En primer lugar, tengo que decir
que escribo fundamentalmente para que me quieran. Me gusta que me comprendan y hasta
que me admiren, como a casi cualquier ser humano, pero disfruto mucho más
cuando me siento querido. ¿Por todos mis conocidos? Está claro que no: sería
una pretensión absurda. Me interesa que me quieran algunas mujeres, algunos
amigos y en especial las personas que respeto y admiro.
En segundo lugar, uno no tiene primero una idea y luego trata de encontrar las palabras para darle forma,
sino que va descubriendo lo que tiene para decir mientras se expresa. Muchas
veces son las palabras las que conectan los conceptos, y no los conceptos los
que relacionan entre sí a las palabras.
Me gusta vivir, y no me considero
depresivo ni melancólico. Prefiero tratar de ser feliz antes que de parecer “interesante”.
En mí no existe una separación tajante entre “la literatura/filosofía” y “la vida”.
Sólo vivo profunda y carnalmente cuando puedo expresar mis vivencias a través
de la palabra.
En los grandes escritores casi
todo está vivo. En los malos escritores, la palabra nace muerta. Para los
escritores mediocres, como es mi caso, la letra muerta y la letra viva se
mezclan en proporciones variables.
La vida es demasiado breve para
que las palabras sean suficientes, pero demasiado difícil para que prescindamos
de ellas. Para mí leer es una adicción, aunque también una forma de felicidad.
Podría vivir sin escribir, pero me resulta difícil imaginar qué sería de mi
vida sin la lectura.
No siento el deseo de
escandalizar, el vértigo de la infamia ni el placer morboso de quienes
prefieren ser odiados antes que pasar inadvertidos.
Según el escritor francés Michel
Houellebecq, “hay en mí una forma de
sinceridad perversa: busco con obstinación, con encarnizamiento, lo que puede
haber en mi persona de peor para depositarlo, todo bullicioso, a los pies del
público: exactamente como un terrier deposita un conejo o una zapatilla a los
pies de su amo. (…) No deseo gustar a pesar de lo que tengo de peor, sino a
causa de lo peor que tengo, llego hasta desear que mi peor parte sea lo que se
prefiere en mí”.
A mí Houellebecq me parece un
buen escritor, pero su persona me da cierto rechazo. Me gusta ser veraz, y que
me quieran a pesar de mis defectos; de ningún modo pretendo que los demás deseen o se encariñen con las peores facetas de mi personalidad.
Hago este blog, entre otras cosas, porque
tengo la pretensión de ir conociendo personas interesantes que me enriquezcan con sus puntos
de vista diversos. Invito a que cualquiera me pueda contradecir con buenos argumentos y evitando la injuria, que es lo que sobra.
Creo que con esto dije más o menos lo esencial.
Creo que con esto dije más o menos lo esencial.
"Escribo para sobrevivir. Para tener una vida interior que viene a ser lo mismo. Escribo porque escribir me produce placer. Porque me hace sentirme un ser humano. Un ser libre. Escribir para uno mismo es el principio de la literatura (...)" Eso lo dijo Gao Xingjian; pero creo que esas, y las palabras que siguen a esas; son más o menos lo que nos impulsa a escribir, a quiénes nos gusta.
ResponderBorrarMuchas gracias por tu comentario Paola. Te mando un abrazo!
Borrar