jueves, 14 de enero de 2016

LA BIBLIOFILIA DE NIETZSCHE Y SU PASIÓN POR CONOCER

De modo semejante a lo que nos acontece cuando tragamos más comida de la que podemos digerir, la lectura excesiva de algunas obras y/o  de algunos autores complejos, en vez de servirnos de estímulo para transformar la realidad o transformarnos a nosotros mismos, nos puede caer pesada al punto de petrificarnos en la comodidad del sillón.

La erudición obsesiva engendra cierta nostalgia de la acción. Es la "proeza" que tienta al doctor Fausto a salir de la prisión hacia el ancho mundo. Los padecimientos del "erudito absoluto" constituyen un caso aparte: el intelectual influyente que padece el cáncer de la vacía "santidad del mínimo detalle", al decir de William Blake. Su monomanía lo lleva a desinteresarse de la utilidad social del hallazgo, del dinero e incluso de los resultados. El archivista, el monografista, el anticuario, imbuido por una fascinación casi morbosa, puede ser indiferente también a las fastidiosas exigencias de la justicia social, de la vida familiar, de la conciencia política y de la humanidad sufriente.


Nietzsche, cuya pasión casi enfermiza por la lectura lo llevó a tomar decisiones extremas como elegir ciudades para vivir de acuerdo a si tenían o no buenas bibliotecas y librerías, hace suya en los Nachlass la frase de Cicerón, para quien "si tienes un jardín con biblioteca, no necesitas nada más" (si hortum cum bibliotheca habes, nihil deerit). (1). 


Sin embargo, fue capaz de criticar impiadosamente el exceso de lectura como una falta de afirmación en la vida misma:


"El docto, que en el fondo no hace ya otra cosa que 'revolver' libros -el filólogo corriente, unos doscientos al día- acaba por perder íntegra y totalmente la capacidad de pensar por cuenta propia. Si no revuelve libros, no piensa. Cuando piensa responde a un estímulo (un pensamiento leído), al final lo único que hace ya es reaccionar. El docto dedica toda su fuerza a decir sí y a decir no, a la crítica de cosas ya pensada; él mismo ya no piensa. El instinto de autodefensa se ha reblandecido en él; en caso contrario, se defendería contra los libros. El docto, un décadent. Esto lo he visto yo con mis propios ojos: naturalezas bien dotadas, con una constitución rica y libre, ya a los treinta años 'leídas hasta la ruina', reducidas ya a puras cerillas, a las que es necesario frotar para que den chispas 'pensamiento'". (Ecce Homo, Porqué soy tan listo, 8).


Antes de seguir con Nietzsche, vuelvo a una cuestión que más de una vez preocupó al crítico literario estadounidense George Steiner. El autor de Gramáticas de la creación, haciendo referencia al profesor Anthony Blunt, una persona de extraordinaria inteligencia y erudición, se pregunta cómo alguien semejante fue capaz de volverse un espía soviético durante la Guerra Fría:


"El erudito absoluto es, en realidad, un ser bastante raro. Está imbuido de la conclusión de Nietzsche según la cual el interés por algo, el interés absoluto por ello, es un impulso libidinal más poderoso que el amor o el odio, más tenaz que la fe o la amistad; no pocas veces, incluso, más imperioso que la misma vida personal. Arquímedes no huye de sus asesinos; ni siquiera vuelve la cabeza para percibir su precipitada entrada en el jardín mientras está inmerso en el álgebra de las secciones cónicas. (...) Un hombre dedicará toda su vida al estudio de los fragmentos de la cerámica sumeria; al intento, que produce vértigo, de clasificar los escarabajos peloteros de un rincón de Nueva Guinea; al estudio de las pautas de apareamiento de las cochinillas, a la biografía de un único escritor o estadista, a la síntesis de una sustancia química, a la gramática de una lengua muerta". (George Steiner en The New Yorker, "El erudito traidor, 1980).


Volviendo a Nietzsche, es bueno recordar que desde temprana edad se la pasaba recomendando a sus amigos una gran cantidad de libros: los ponía al tanto de las últimas novedades editoriales y les regalaba libros en los cumpleaños y para Navidad. Como bien destaca González Varela:

"En esta época, Nietzsche desarrolla un hábito malsano del cual no podrá desprenderse jamás: escribe sin citar fuentes o sin entrecomillado, llegando al borde del plagio".

Hacia 1860 funda Germania, una asociación cultural donde se junta con sus amigos a leer y escribir. En las reuniones se obligaba a sus miembros a presentar cada mes un trabajo literario (poema, ensayo o composición musical), se recomendaban libros y revistas, y cada uno criticaba los trabajos del otro. Años después, luego de ser designado profesor de filología en Basilea (1869-1879), lee entre cinco y siete horas por día, más que nada textos filológicos.

Muchos de sus admiradores, aún hoy, tienden a considerar a Nietzsche una suerte de inspirado genio solitario. El Genius se opone al Doctus, como figura patética generada por la burguesía.

Lo digo redondamente: no hay que darle tanta pelota a la construcción que Nietzsche hace de sí mismo en varios pasajes de su obra. Si algo hizo a lo largo de su vida fue leer, escribir y comentar textos ajenos. Y algo más que es necesario destacar: hoy en día hay documentos que nos muestran de modo bastante detallado incluso la "biblioteca personal" y las lecturas que hizo Nietzsche. Sin embargo:

"El catecismo nietzscheano se mantuvo intacto hasta nuestros días: cuales quiera de los libros sobre Nietzsche, ya interpretativos, ya biográficos, jamás ha consultado las fuentes originales de su pensamiento, y mucho menos rastreado las marcas y huellas en su propio Nachlass o en los libros de su biblioteca personal. Se suceden así elipsis posmodernas e inferencias posestructuralistas que llegan al ridículo, como concluir que cuando menciona el término Dialektik discutía con Hegel (Deleuze), cuando lo leyó poco o nada (a excepción de su Voerlesungen über die Philosophie der Geschichte) y su objetivo central era elnaciente socialismo y anarquismo; o que estaba profundamente influido por Spinoza (cuando lo conoció a través de manuales de segunda mano o de la opinión de Goethe: jamás lo leyó directamente). Se encuentran parentescos con filósofos prestigiosos en el Olimpo académico y se obliteran las verdaderas influencias en el pensamiento de Nietzsche y de los pensadores y escritores que realmente leyó y estudió con profundidad".

Eso es todo por hoy. ¡Sean felices!



Nota:

(1) Esta y otras citas son tomadas del excelente libro de Nicolás González Varela, Nietzsche contra la democracia.

2 comentarios:

  1. ¿Qué pasa Roro? Estas a full con la producción. Me encanta leerte, no pares hahaha.

    ResponderBorrar
  2. Jaja, pasa que estoy de vacaciones (feria judicial) y aprovecho para "vomitar" varias giladas que tengo medio atragantadas y que tal vez el resto del año no pueda vomitar, más por falta de orden y disciplina que de tiempo.

    ResponderBorrar