Mi estimada Albertine me cuenta que
está leyendo el Ensayo sobre la ceguera
de José Saramago, la novela donde una suerte de “ceguera blanca” se esparce por
toda la población de modo misterioso y fulminante. ¿Qué significa esa
responsabilidad de tener ojos cuando otros perdieron la capacidad de ver?
El gran David Foster acierta cuando dice que en las trincheras del día a día de la vida adulta no existe el
ateísmo. Todos adoramos algo, y la única elección que tenemos es tratar de
elegir QUÉ adorar:
“Si adoras el dinero y las cosas
materiales –si es de ellas de donde extraes el sentido verdadero de la vida-,
entonces siempre querrás más. Siempre sentirás que quieres más. (…)
Si adoras tu propio cuerpo y tu
belleza y tu atractivo sexual, siempre te sentirás feo, y cuando se empiece a
notar en vos el paso del tiempo y la edad, morirás un millón de veces antes de
que por fin te metan bajo tierra.
(…) Si adoras el poder, te sentirás
débil, tendrás miedo y siempre necesitarás más poder sobre los demás para
mantener a raya el miedo.
Si adoras tu intelecto, el hecho de
que te consideren inteligente, acabarás sintiéndote tonto y un fraude y siempre
estarás con miedo a que te descubran...".
Lo interesante que sugiere DFW es que todos estos impulsos que nos llevan a adorar falsos ídolos son “configuraciones por defecto”; no son tendencias excepcionales, malvadas o pecaminosas sino aspectos de nuestra personalidad que parecen venirnos casi “de
fábrica”, como el idioma o la necesidad de dormir.
La “naturaleza”, la inercia del mundo, nos
lleva a funcionar de tal modo que aspirar al poder y al dinero y a la adoración
de uno mismo nos parece algo obvio, hasta que el combustible del miedo, la
frustración, el desprecio y la ansiedad nos empieza a comer vivos.
Sin embargo, “el tipo realmente importante de libertad implica atención, y
conciencia, y disciplina, y esfuerzo, y ser capaz de preocuparse de verdad por
otras personas y sacrificarse por ellas, una y otra vez, en una infinidad de
pequeñas y nada apetecibles formas, día tras día. Esa es la auténtica libertad”.
Y esa libertad consiste en aprender
a pensar. “La alternativa es la
inconsciencia, la configuración por defecto, la competitividad febril: la
sensación constante y agobiante de que has tenido algo infinito y lo has
perdido”.
De algún modo misterioso, la
lectura de Albertine me hizo recordar a mi querido David Foster Wallace.
Respecto de la ceguera, se me ocurre que ciego no es aquél que no ve, sino la
persona cuya visión no puede percibir matices, claroscuros, escalas de grises. Podríamos decir que ciega es toda persona que percibe la realidad de forma monocromática. Sé que suena
a reflexión trivial de libro de autoayuda, pero es lo que hoy tenía ganas de decir.
No recuerdo muy bien cómo lo argumentaba, pero el filósofo alemán Max Scheler decía que además de la ceguera fisiológica, había personas que padecían de lo que él llamaba "ceguera axiológica".
No recuerdo muy bien cómo lo argumentaba, pero el filósofo alemán Max Scheler decía que además de la ceguera fisiológica, había personas que padecían de lo que él llamaba "ceguera axiológica".
Mi viejo tiene las obras completas
de José Saramago, un autor al que nunca le presté demasiada atención. Como
aprecio el gusto literario tanto de mi viejo como de mi amiga Albertine, tal
vez lea más libros del autor portugués en un futuro no muy lejano. Por el momento estoy embobado releyendo a Tolstói -¡es Dios!- y a Flaubert.
¡Me olvidaba! Por estos días también estoy viajando por Min kamp (Mi lucha), la extensísima novela de seis tomos del escritor noruego Karl
Ove Knausgård. ¡Muy recomendable! La seguimos en otro momento.
¡Sean felices!
Rodrigo
Rodrigo
La reflexión de DFW es genial y se parece, por lo menos en su conclusion, a la de uno de los personajes principales de anna karenina (hablando de tolstoi), personaje alter ego del escritor.
ResponderBorrarEsa novela es hermosa!! Después voy a escribir algo sobre Ana Karenina y "Madame Bovary". Siempre digo que está genial leer ambas obras en paralelo.
BorrarMadame bobary la tuve como lectura obligatoria en el secundario. La lei sin ganas y no la disfrute tanto. Un dia de estos la voy a releer.
BorrarBovary*. Lo escribí mal.
BorrarBovary*. Lo escribí mal.
BorrarLa reflexión de DFW es genial y se parece, por lo menos en su conclusion, a la de uno de los personajes principales de anna karenina (hablando de tolstoi), personaje alter ego del escritor.
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