¿Hasta qué punto “lo complicado” y “lo complejo” son sinónimos? Cierta vez, Marcos Di Palma estuvo muy preciso cuando interrumpió la habitual verborrea de un periodista de larga trayectoria en el medio: "shh, cállense, que el Tano (Fazzini) va a decir una pelotudez importante"
Hay una frase de Nietzsche, bastante citada cuando se habla de estos temas, donde dice despreciar a los pensadores que “enturbian las aguas para hacerlas parecer profundas”.
Recuerdo que en La imaginación sociológica, Wright Mills ironizaba sobre el estilo pretencioso e innecesariamente abstruso de Talcott Parsons, mediante la traducción a lenguaje llano de uno de los tantos fragmentos barrocos que pueblan La estructura de la acción social. No pongo la cita porque me da pereza ir a buscarla.
Me parece interesante contrastar dos fragmentos que tocan la cuestión, de parte de dos autores franceses muy lúcidos, aunque con sensibilidades ideológicas distintas: Tzvetan Todorov y Pierre Bourdieu.
El lingüista búlgaro nos recuerda la experiencia de haber conocido a Lacan:
"Lacan no era un tímido, sino más bien un manipulador y un seductor. También lo conocí gracias a Jakobson (Roman), pero no sentía por él la misma admiración que por Lévi-Strauss. Sin embargo, leía asiduamente a Freud y me apasionaba, desde otra perspectiva, por los problemas del lenguaje. Pero el estilo de Lacan, alambicado y pretencioso, me producía risa; sus admiradores me hacían recordar a los miembros de una secta, absolutamente devotos de su gurú. Lacan buscaba golpear y seducir, no convencer con argumentos racionales; aspiraba a alienar la voluntad de sus auditorios, no a hacerlos más libres. Ésa era en todo caso mi impresión, lo que explica por qué no me atraía. Para mí, la máxima claridad en la expresión es una cuestión de ética, de respeto hacia aquel a quien me dirijo: es el modo en que lo coloco en el mismo plano que yo, que le permito responder y por lo tanto convertirse en sujeto de la palabra con el mismo derecho que yo. En tanto lector, quiero dirigirme a los autores a los que leo, hacerles preguntas: “eso que me dicen, ¿es verdad?, ¿es correcto?”. Tiendo a buscar que mis lectores puedan hacer otro tanto. Me interesa poco el culto de la oscuridad.
Mi único encuentro personal con Lacan se desarrolló de esta manera: después de presentarme, me llenó de elogios. A juzgar por lo que decía, no tenía más sueño en la vida que el de encontrarse conmigo. “Usted se merece formar parte de mi círculo”, me dijo, “usted no es uno de esos adoradores que van a mi seminario y que no entienden nada de lo que digo”. Venga a mi casa a las 19 y hablaremos. Impulsado por la curiosidad y realmente envanecido, toqué su puerta a la hora convenida. Era otra persona: me trató con desdén, como si no comprendiera por qué me había permitido ir a molestarlo. Era toda una estrategia: seducir, después rechazar, para provocar dependencia. Me fui y nunca más lo vi en privado".
Por otro lado, leemos la muy interesante respuesta del sociólogo Pierre Bourdieu:
Periodista: “¿Por qué emplea usted una jerga particular y particularmente difícil que hace que su discurso sea a menudo inaccesible para el profano? ¿No hay una contradicción entre denunciar el monopolio que se otorgan los científicos y restaurarlo en el discurso de la denuncia?”
Bourdieu: "Basta generalmente con dejar hablar al lenguaje corriente, con abandonarse al laisser-faire lingüístico, para aceptar sin saberlo una filosofía social. El diccionario está preñado de mitología política (pienso, por ejemplo, en todas las parejas de adjetivos: brillante-serio, alto-bajo, raro-común, etc.). Los amigos de la “sensatez”, que están en el lenguaje común como peces en el agua y que –tanto en materia de la queja como en todo lo demás- tienen las estructuras objetivas a su favor, pueden (eufemismo más o menos) hablar un lenguaje claro como agua de manantial y atajar la jerga de una estocada. Por el contrario, las ciencias sociales deben conquistar todo lo que dicen contra los prejuicios que vehicula el lenguaje común y decir lo que han conquistado en un lenguaje que está predispuesto para decir algo completamente distinto. Romper los automatismos verbales no es crear artificialmente una diferencia distinguida que mantenga a distancia al profano; es romper con la filosofía social que se halla inscrita en el discurso espontáneo. Poner una palabra en lugar de otra supone a menudo efectuar un cambio epistemológico decisivo (que corre el riesgo, por lo demás, de pasar desapercibido).
Pero no se trata de escapar de los automatismos de la sensatez para caer en los automatismos del lenguaje crítico, con todas esas palabras que demasiadas veces han funcionado como eslóganes o consignas, con todos esos enunciados que sirven, no para enunciar lo real, sino para tapar las grietas del conocimiento (…) Me estoy refiriendo a es “basic-marxism”, como dic Jean-Claude Passeron, que ha proliferado durante los últimos años en Francia: este lenguaje automático –que funciona mecánicamente, pero en vacío- permite referirlo todo a la economía, con un reducidísimo número de conceptos simples, pero sin pensar gran cosa. El simple hecho de la conceptualización ejerce a menudo un efecto de neutralización, incluso de negación.
El lenguaje sociológico no puede ser ni “neutro” ni “claro”. La palabra clase jamás será una palabra neutra mientras existan clases: la cuestión de la existencia o de la no-existencia de las clases es un objeto de lucha entre las clases. El trabajo de escritura que se precisa para conseguir un uso riguroso y controlado del lenguaje rara vez conduce a lo que se denomina la claridad, es decir, al fortalecimiento de las evidencias del sentido común o de las certidumbres del fanatismo.
Al contrario de la búsqueda literaria, la búsqueda del rigor conduce casi siempre a sacrificar la fórmula bella, que le debe su fuerza y claridad al hecho de que simplifica o falsifica, por una expresión más ingrata, más pesada, pero más exacta, más controlada".
Creo que ambas posturas -la que expone Bourdieu y la que sugiere Todorov- no tienen necesariamente que ser contradictorias, e incluso podrían, y a mi juicio deberían, complementarse.
En el ámbito del derecho, existen jueces, letrados y académicos que se expresan con un estilo que nos recuerda a Carlos Argentino Daneri:
"La sentencia omnímoda dictada a fs. (...) procrastinó fijar emolumentos en favor del los Sres. profesionales que dieran asistencia en la acumulada "litis contestatio".
(...)
No obstante, el matiz de los agravios expresados contra la decisión de grado en este aspecto, me impone que vuelque los fundamentos que daré a continuación, no tanto para apontocar mi voto no negativo al interrogante copete de este acuerdo, antes bien para desnudar lo acidioso del soflama recursivo”.
¿Es necesario escribir TAN MAL?
Le dan trabajo a traductores , interpretadores bloggeros y ni hablar de seducir minitas como dirían Dolina Caloi y/o Capussotto
ResponderBorrar¿En serio seduce mujeres expresarse como el Tano Fazzini? No lo hubiera imaginado.
BorrarAbrazo grande Mabel!
Lacan por Althusser: http://rambletamble.blogspot.com.ar/2006/04/recen-por-mi-acerca-de-louis-althusser.html
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