martes, 17 de marzo de 2015

LA ADMIRACIÓN Y EL DESPRECIO

En términos generales, creo que las personas cultivadas admiran más de lo que desprecian, entre otras cosas porque el desprecio suele ser hijo de la ignorancia, el resentimiento, la soberbia, el prejuicio y/o cierta tendencia al cualunquismo. No por nada el asombro filosófico del niño es el motor que lo hace aprender. Escucho y leo muchos argentinos despreciar tal o cual aspecto cultural de un país limítrofe, pero al indagar un poco noto que no son muy cultos que digamos. Te entiendo un poco más, pero sólo un poco más, si luego de ningunear la totalidad de una cultura me citás un aforismo de Nietzsche en alemán, me abrumás con tus conocimientos de historia latinoamericana o de literatura francesa. Tu desprecio es una forma de autobiografía. Más allá de que admirar a ciertos personajes poco recomendables también sea una forma de autobiografía. Si me preguntan por la cultura húngara, simplemente respondo: no conozco lo suficiente como para opinar.

Eso no implica que uno niegue que, por diversos motivos que no vienen al caso, la filosofía alemana constituye una tradición más rica que la filosofía paraguaya o argentina. Simplemente digo que se puede admirar a la filosofía alemana sin necesidad de despreciar al resto. Admiremos el rock británico y/o el fútbol brasileño y/o la literatura rusa sin necesidad de despreciar por despreciar.

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