viernes, 20 de marzo de 2015

LA SOLEDAD ELEGIDA

La soledad es negativa cuando implica cierto grado de abandono. Cuando decimos que estamos solos, decimos que estamos solos de alguien con quien quisiéramos estar en ese instante. Mis momentos de soledad son una elección, y no un destino. Estar en estado de recogimiento, rodeado de libros y música, pensando cosas en diálogo con otros no es estar solo. "Retirado en la paz de estos desiertos,/ con pocos, pero doctos libros juntos,/ vivo en conversación con los difuntos, / y escucho con mis ojos a los muertos", decía Quevedo. Y esa soledad elegida, que uno disfruta tanto, es la que hace que cuando invito a alguien a tomar algo o a charlar, lo disfrute mucho más. Y trato de no contar cuántas veces yo invité a otra persona sin que la otra persona me haya invitado. No "histeriqueo" si quiero tomar una cerveza con alguien, ni le insisto para que venga conmigo si no quiere o no puede. No digo que hay que ser como yo, digo que soy así, o creo ser así. Mi problema, tal vez, es la pereza para tomarme el bondi, que hace que muchas veces me pierda de algunos momentos gratos de puro vago.

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