Jorge Luis Borges (1899-1986) era una década mayor que Berlin (1909-1997), y ambos vivieron casi el mismo número de años. Aunque jamás se conocieron, tenían varias cosas en común: cierto desprecio por Freud y por el comunismo, un profundo amor por la cultura inglesa, aversión hacia la prosa demasiado barroca…
A diferencia de Berlin, a Borges no le interesaba demasiado la literatura rusa, mucho menos las novelas, amén de que no hablaba el idioma.
Pero existió un karma que les hizo sufrir a ambos en su juventud: la dificultad para concretar un encuentro íntimo satisfactorio con las mujeres que amaban.
Durante una entrevista que mantuvo con su biógrafo, Michael Ignatieff, Isaiah Berlin recordaba a una mujer de la que estuvo obsesionado por años: Patricia Douglas:
“Rabiosamente falsa, así era. Pero deseable en grado sumo”.
Sabemos que una de las peores frases que una mujer le puede decir a un hombre es “yo también te quiero, pero sólo como amigo”. Como reza el saber popular:
“Eso significa que para ella sos el tipo mas simpático del mundo, el que mejor la escucha, el que más sabe de su vida y sus mas íntimos secretos, el ser humano más extraordinario de la tierra... pero no va a salir con vos NUNCA. Va a salir con un impresentable, un hijo de puta, un pelotudo que solo la quiere c…. y además la caga permanentemente. Cada vez que el otro se mande un moco, ella te va a llamar para pedirte consejo. Es como si vas a buscar laburo y te dijeran: -"Señor, es usted la persona idónea para el puesto, el que mejor currículum tiene, el más preparado, pero no lo vamos a contratar. Vamos a tomar a un incompetente que no sepa hacer nada y se mande una macana atrás de la otra. Pero eso sí, cuando surja un problema: ¿lo podríamos llamar a usted para que nos saque del quilombo?"
Borges solía escribir obras en colaboración con diversas mujeres de las que probablemente estaba enamorado. Con María Ester Vázquez, por caso, trabajaron juntos en Introducción a la literatura inglesa (1965) y en Literaturas germánicas medievales (1966). Los lectores se introducían, mientras él se limitaba a enamorarse.
Salvo los textos que escribió con su amigo Adolfo Bioy Casares, no creo que fuera entera casualidad que el resto de los escritos “en colaboración” los haya realizado con mujeres: la citada M. E. Vázquez, Delia Ingenieros, Luisa Mercedes Levinson, Esther Zemborain de Torres, María Kodama, Margarita Guerrero, Betina Edelberg…
BORGES Y ESTELA CANTO:
Aquí nos ocupamos de la relación fallida entre Borges y Nora Lange en sus años mozos. Años más tarde, allá por agosto de 1944, durante una fiesta que daban Bioy Casares y Silvina Ocampo en su casa, le presentaron a Estela Canto. Él tenía cerca de 45, y ella 28. El biógrafo inglés Edwin Williamson narra cómo fue la primera vez que se vieron:
“Su primer encuentro con Borges fue poco prometedor: había leído “La muerte y la brújula” en Sur, cuento que la había impactado, pero quedó decepcionada por el aspecto de su autor; aunque le habían dicho que no era muy apuesto, era peor de lo esperado: regordete, bastante alto, con un rostro pálido y mofletudo y pies bastante pequeños. Después de darle la mano con aire ausente, Borges se ocupó muy poco de ella, falta de atención que irritó a Estela, porque en aquellos días daba por sentado que los hombres la encontraban atractiva. Era, de hecho, una mujer con amplia experiencia sexual: había tenido relaciones con escritores pero prefería los hombres de acción”.
Hoy en día no es infrecuente que las mujeres demasiado “intelectuales” prefieran estar con deportistas o con músicos, en tanto que las mujeres deportistas, en cambio, prefieren… a los deportistas y a los rockeros. ¿A quién carajo van a preferir, a Pacho O’Donnell? Puta que las parió a todas (?)
Retomando, parece que Estela siguió yendo a las reuniones en casa de Bioy, y una vez le habrá llamado la atención a Borges, porque al terminar la conversa le pidió que lo acompañase a caminar unas cuadras. En el transcurso de la charla, la mina citó –en inglés- el final de Cándida, de George Bernard Shaw. Ahí Jorge Luis se empezó a copar: charla va, charla viene, con el tiempo se conocieron más a fondo, y Borges le terminó por dedicar El Aleph, una de sus obras mayores.
Daban largos paseos, hablaban de literatura y todo transcurría de manera platónica, hasta que a Borges se le ocurrió llevarla al “Hotel Las Delicias” de Adrogué. A horcajadas en un banco, el muy goma, con voz temblorosa, le susurró al oído: “Estela…, eh…, ¿te casarías conmigo?”. La mina habrá pensado: “¿Este pelotudo tiene dos velocidades? ¿De pasear de la mano sin siquiera un piquito a pedirme casamiento? ¿Está pirado o lo pateó un canario?”. Recuperándose como pudo de semejante balde de agua fría, le respondió:
“Lo haría con mucho gusto, Georgie. Pero no olvides que soy una discípula de Bernard Shaw. No podemos casarnos si antes no nos acostamos”.
Su respuesta provocó una reacción conmovedora en el escritor, algo así como: “¿en serio, no te doy asco?” (1), y a partir de ese momento la consideró su novia. La llevaba de la manito, le hablaba de literatura, daban larguísimas caminatas, pero no pasaba naranja. Es más, Estela seguramente sabía que él no iba a hacer nada, y por eso le hizo la propuesta.
La hago corta: cuando se la presentó a la madre -súper castradora y dominante- no la aprobó sino que por el contrario, hizo todo lo posible para arruinarle el guiso. La mina se terminó yendo a Inglaterra con otro vago, después volvió, le cortó los flecos y se pudrió todo. Años después, confesó que tuvo parte de la culpa, porque en lugar de boludearlo con la respuesta aquella en Adrogué, le tendría que haber dicho la posta: “Mirá titán, no te quiero lo suficiente como para casarme contigo. No quiero estar el resto de mi vida mirando con cariño el palo de amasar mientras vos me hablás de Dante Alighieri”. Bué, no lo dijo así pero la idea es esa.
ISAIAH BERLIN, OTRO LOSER DE AQUELLOS:
Para que se den una idea de la suerte del amigo Isaiah con el sexo opuesto, les cuento que la primera mina que le dio pelota terminó lobotomizada, como Jack Nicholson en Atrapado sin salida. La cosa sucedió más o menos así:
La chica se llamaba Rachel Walker, era una estudiante de filosofía; se conocieron cuando ella tenía 20 y él 25. Le decían “Tips”, y parece que era hermosa e inteligente, pero demasiado intensa. En su primer encuentro fue a las habitaciones de Berlin en All Souls para recibir una tutoría en filosofía, y al graduarse le empezó a escribir cartas cada vez más íntimas. Siguieron flirteando, se encontraron en Francia y, en determinado momento, ella le propuso matrimonio en el zoológico de París. Berlin la rechazó.
Profundamente dolida, “Tips” se marchó a Viena y no se volvieron a ver. Al poco tiempo, Berlin se enteró de que había vuelto y vivía con su madre en Burford. Allí se hundió en una depresión aguda, con estallidos de furia momentánea que la hicieron escribirle cartas insultantes que él no contestó. Después de haber atacado a su madre, fue hospitalizada en un centro público de Northampton y, con varios interludios, permanecería en el hospital el resto de su vida, sometida a terapias de electroshock y al fin a una lobotomía, que la dejó en estado semivegetativo. Vivió hasta 1992.
El biógrafo de Berlin, Michael Ignatieff, nos relata cómo tiempo antes de que conociera a “Tips”, “un racimo de jóvenes estudiantes mujeres venían a sus sesiones tutoriales, y se quedaban, para dejarle a sus perros, para pedir prestados discos y libros, y al fin para convertir a Isaiah en confidente”. Un osito de peluche, un tierno, un confidente… un asexuado de mierda, bah. Berlin se creía irremediablemente feo, gordo, con la piel aceitosa y blanca, deforme, y no dejaba nunca de comunicar el hecho a los demás. Más allá de sus fracasos, se podía decir que era un gordito mimado, sociable y feliz: una especie de Samwell Tarly, el personaje cobarde y buenazo de Game of Thrones.
Peeeero, diez años después conoció el dolor: Patricia de Bendern (Douglas, de soltera). En el invierno de 1942, fue invitado a una comida, y allí la conoció: malcasada con un conde que en esos momentos se encontraba en África del norte como prisionero de guerra. Hacia el final de la comida, Berlin sintió que estaba sucumbiendo.
“No ocurrió nada físico”, recordó. “Me consideraba tan poco atractivo como todas las demás, pero por alguna razón se aferró a mí. Deseaba conservarme”. Su alegría, belleza y sentido del humor le resultaban fascinantes, y muy pronto estuvo enamorado por primera vez en su vida. Durante el resto del año, la vio casi cada fin de semana. La mina se iba de viaje y le mandaba cartas cariñosas, pero Berlin comprendió enseguida que ella era inconstante: se declaraba suya y después desaparecía durante meses enteros; le daba citas que luego cancelaba, desaparecía de su vista para concretar algún amorío secreto, y después lo engatusaba como a un niño con algunas palabras medio zalameras.
En el verano de 1943, la "calienta pava" se enamoró de otro tipo: la relación dejó de ser un capricho pasajero para tornarse un verdadero suplicio.
Termino el post con una situación verdaderamente grotesca: el quía del que estaba enamorada Patricia se llamaba Jacques Abreu, el mismo apellido que el yorugua “picapenales”. En diciembre, Berlin, Patricia y Abreu fueron juntos a ver un musical a Nueva York, y después regresaron al hotel. El pelotudo de Berlin durmió en la habitación contigua, mientras a duras penas trataba de conciliar el sueño, interrumpido por los sonidos apagados de los amantes. ¡Un boludo a cuerda!
Afortunadamente en su vejez, tanto Berlin como Borges conocieron el amor, fueron felices y comieron perdices. En la vejez, las ventajas comparativas de la intelectualidad cobran mayor valor.
(1) Según Bioy Casares: "Estela quería que Borges se acostara con ella. Una tarde, en la calle, se lo dijo brutalmente: 'Nuestras relaciones no pueden seguir así. O nos acostamos o no vuelvo a verte'. Borges se mostró muy emocionado, exclamó: 'Cómo, ¿entonces no me tenés asco?' y le pidió permiso para abrazarla. Llamó a un taxi. Ordenó al chofer: 'A Constitución' y agregó, para Estela: 'Vamos a comer a Constitución. We must celebrate'. (Marzo de 1950)
FUENTES BIBLIOGRÁFICAS
Michael Ignatieff. Isaiah Berlin. Su vida, Madrid, Taurus, 1998.
Edwin Williamson. Borges. Una vida, Buenos Aires, Seix Barral, 2006.
"ISAIAH BERLIN, OTRO LOOSER DE AQUELLOS:" -> "LOSER", no "looser". Como Borges le dijo a Bioy Casares al corregirle la pronunciación de Macbeth: "Todos los discípulos cometen el error". (Fonemas de la doble o en https://www.youtube.com/watch?v=_vME18_vURk)
ResponderBorrarUh, tenés razón. Ahí lo corregí.
BorrarEn el video del comentario anterior hay un error. El "instructor" confunde el fonema de POOR /pʊə/ con el de DOOR /dɔː/ y FLOOR /flɔː/ cuando debió haberle consagrado otra línea (junto con MOOR /mʊə/, por ejemplo). Mis disculpas por recomendarlo primero y verlo después.
ResponderBorrar