Vivimos en una época donde es difícil leer un
libro por más de media hora sin mirar un gol de Messi, sin prestarle atención
al vuelo de una mosca, sin asomar la cabeza por la ventana, prepararse un café,
revisar los mails, los mensajes de whatsapp o mirar un video en youtube.
Imagínense entonces lo extraordinario que puede llegar a ser encontrarse con una
persona que haya leído entero el Ulysses de James Joyce. ¡Ni les digo que
demuestre sobradamente haberlo comprendido! Sin embargo, como he dicho más de una vez, considero que la
experiencia de leer a Joyce merece largamente la pena.
En el primer capítulo, y les ruego que tengan
paciencia y lean lo que voy a escribir porque está piola, Stephen Dedalus, un
estudiante de letras, en diálogo con Buck Mulligan, otro joven irlandés que vive con él, señala que “el
espejo rajado de un sirviente es el símbolo del arte irlandés”.
"Laughing again, he brought the mirror away from
Stephen’s peering eyes.
-The rage of Caliban at not seeing his face in a
mirror, he said. If Wilde were only alive to see you.
Drawing back and pointing, Stephen said with
bitterness:
-It is a symbol of Irish art. The cracked lookingglass
of a servant”.
“Riendo
otra vez, apartó el espejo de los escrutadores ojos de Stephen.
-La ira de
Calibán al no ver su cara en un espejo-dijo-. Si Wilde estuviese vivo para
verte.
Retrocediendo
y señalando, Stephen dijo con amargura:
-Es un
símbolo del arte irlandés. El espejo rajado de una sirvienta”. (traducción de
Marcelo Zabaloy)
El diálogo
entre Stephen Dedalus y Mulligan, uno de sus compañeros de cuarto, parafrasea
“La decadencia de la mentira” (1889), un ensayo dialogado de Oscar Wilde:
“CYRIL:
Comprendo muy bien que se oponga usted a que el Arte sea considerado como un
espejo. Usted piensa que el genio quedaría reducido así a la posición de un
espejo rajado. ¿Pero no creerá usted seriamente que la Vida imita al Arte, que
la Vida es en verdad el espejo, y el Arte la realidad?
VIVIAN:
Ciertamente lo creo. Aunque ello parezca una paradoja (y las paradojas son siempre
cosas peligrosas), no es menos cierto que la Vida imita al Arte mucho más que
el Arte imita a la Vida” (1).
Lo que hace
Wilde es contradecir la idea de mímesis aristotélica, diciendo que es la vida
la que imita al arte. Afirmar que el espejo rajado de un sirviente simboliza al arte irlandés
es sugerir que ellos no son dueños de su cultura, ni de su lengua ni mucho
menos de su mundo material. Y más adelante, como bien destaca Gamerro, Joyce
dirá que, gracias a la Iglesia Católica, los irlandeses tampoco son dueños de
su mundo espiritual.
Pues bien,
en Facundo o Martín Fierro, Gamerro parte de la hipótesis de considerar a la
literatura como modelo de la realidad. El argumento es también borgeano: lo que
el autor de Ficciones se pregunta es, ¿qué pasaría si en lugar de tomar como
libro canónico al Martín Fierro, hubiésemos elegido el Facundo?
“Una curiosa
convención ha resuelto que cada uno de los países en que la historia y sus
azares ha dividido fugazmente la esfera tenga su libro clásico”, dice Borges en
el prólogo de su antología El matrero (Buenos Aires, 1970). Después enumera una
serie de autores canónicos como Shakespeare en Inglaterra, Goethe en Alemania o
Cervantes en España, para concluir:
“En lo que
se refiere a nosotros, pienso que nuestra historia sería otra, y sería mejor,
si hubiéramos elegido, a partir de este siglo, el Facundo y no el Martín
Fierro”.
Lo que
Borges está diciendo es que, canonizando al Martín Fierro, los argentinos
tendemos a elegir la barbarie por sobre la civilización. ¿Cuál es el miedo de
Borges, nuestro escritor “gorila”?
Recordemos
que, antes que Borges, Lugones canoniza el Martín Fierro no para levantar la
figura de lo rural o defender un modelo popular, sino por el contrario: intenta
impulsar un libro de texto espiritualizado para las élites, y además para
marcarle un límite a los inmigrantes y decirles quiénes son los argentinos, los
locales, los que mandan. Borges, en los 70’s, dice que esa idea no funcionó,
porque al canonizar el Martín Fierro abrieron el campo a la lectura en clave
nacional y popular que luego haría el peronismo.
Como vimos,
esta idea está presente en Oscar Wilde, para quien la vida “imita al arte”.
Cuestionar la noción de mímesis aristotélica es dejar de lado dos mil años de
filosofía estética, y lo que es peor, nuestras más arraigadas nociones de
sentido común. Shakespeare pone en boca de Hamlet la idea de que el propósito
de la actuación “ha sido y es el de elevar, por así decir, el espejo de la
naturaleza”.
Como bien destaca
Gamerro, Wilde descarga sus dardos contra esa idea shakespereana: “Este
desafortunado aforismo sobre el arte que eleva el espejo a la Naturaleza lo
pronuncia Hamlet deliberadamente para convencer a todos los presentes de que,
al menos en lo que al arte respecta, está absolutamente chiflado”. Porque, para
Wilde, “la vida es el espejo y el arte la realidad”. El Japón es un invento de
Hokusai.
Lo que hace
Gamerro en Facundo o Martín Fierro, que lleva un subtítulo muy sugestivo: “los
libros que inventaron la Argentina”, es hacer de cuenta, como Borges en “Tlön,Uqbar, Orbis Tertius", que la literatura no sólo es muy importante sino lo más
importante del mundo, y a partir de ahí ver en qué medida nuestra literatura ha
creado nuestra identidad nacional. No es más que un juego, pero luego de leer el
ensayo notarán que se trata de un juego por demás productivo y sugerente.
Había
empezado el post prometiendo hablar del Ulysses, pero medio que todo se fue
desmadrando y ahora tengo ganas de ir a comerme un sándwich y parar de
escribir. En próximos posteos me gustaría hablar de la gran obra de Joyce, aunque capaz lo hago, capaz no.
¡Sean
felices!
Rodrigo
Nota: Acá les dejo la cita de Wilde más extensa y en su idioma original:
"CYRIL. Well, before you read it to me, I should like
to ask you a question. What do you mean by saying that life, "poor,
probable, uninteresting human life," will try to reproduce the marvels of
art? I can quite understand your objection to art being treated as a mirror.
You think it would reduce genius to the position of a cracked Iookingglass. But
you don't mean to say that you seriously believe that Life imitates Art, that
Life in fact is the mirror, and Art the reality ?
VIVIAN. Certainly I do. Paradox though it may
seem--and paradoxes are always dangerous things --it is none the less true that
Life imitates art far more than Art imitates life. We have all seen in our own
day in England how a certain curious and fascinating type of beauty, invented
and emphasised by two imaginative painters, has so influenced Life that
whenever one goes to a private view or to an artistic salon one sees, here the
mystic eyes of Rossetti's dream, the long ivory throat, the strange squarecut jaw,
the loosened shadowy hair that he so ardently loved, there the sweet maidenhood
of The Golden Stair, the blossomlike mouth and weary loveliness of the Laus
Amoris, the passionpale face of Andromeda, the thin hands and lithe beauty of
the Vivien in Merlin's Dream. And it has always been so. A great artist invents
a type, and Life tries to copy it, to reproduce it in a popular form, like an
enterprising publisher. Neither Holbein nor Vandyck found in England what they
have given us. They brought their types with them, and Life, with her keen
imitative faculty, set herself to supply the master with models. The Greeks,
with their quick artistic instinct, understood this, and set in the bride's
chamber the statue of Hermes or of Apollo, that she might bear children as
lovely as the works of art that she looked at in her rapture or her pain. They
knew that Life gains from Art not merely spirituality, depth of thought and
feeling, soulturmoil or soulpeace, but that she can form herself on the very
lines and colours of art and can reproduce the dignity of Pheidias as well as
the grace of Praxiteles. Hence came their objection to realism. They disliked
it on purely social grounds. They felt that it inevitably makes people ugly,
and they were perfectly right. We try to improve the conditions of the race by
means of good air, free sunlight, wholesome water, and hideous bare buildings
for the better housing of the lower orders. But these things merely produce
health; they do not produce beauty. For this, Art is required, and the true
disciples of the great artist are not his studio imitators, but those who
become like his works of art, be they plastic as in Greek days, or pictorial as
in modern times; in a word, Life is Art's best, Art's only pupil".
Postazo, con mucha tela para cortar.
ResponderBorrarEl Arte comunica una cosmovisión total o parcial y es ambivalente, tanto
puede representar o presentar como es, como debiera ser o como podría haber sido. Pero una cosa es segura, si no transmite emoción no es arte, y aquí talla la subjetividad entre emisor y receptor si la cosa va por símbolos, ya sean conceptuales o codificados.
Gracias che!! Más adelante escribo otro sobre Borges y Joyce... me copan bastante ambos autores.
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