¿Hasta
qué punto cabe naturalizar el hecho de que Jorge Lanata lleve un cerdito a unestudio de televisión y lo compare con Orlando Barone, en un programa
periodístico que pretende estar hablando de política?
La
degradación del otro, el insulto, sólo busca desmoralizarte, llevarte a
reaccionar. El mismo Lanata, hace un tiempo, criticó a Kicilloff porque se fue en
silencio en lugar de pararse a argumentar contra quienes lo insultaban en el buquebús. ¡Un
delirio! Una de las pocas reacciones posibles ante quienes te patotean, es huir
del lugar para no echar más leña al fuego.
Está
claro que cuando, luego de invitar a Beatriz Sarlo a 678 para debatir, se le
pega durante una semana entera, se está haciendo algo similar. Beatriz Sarlo es
una figura respetuosa, que merece una consideración diferente a la que impera
en la maquinaria mediática de picar carne.
La
"canción de los parecidos" de TVR, ¿está muy lejos del humor contra
el débil de un Tinelli o un Miguel del Sel? ¿Qué tan democrática es la práctica
de contratar un enano para disfrazarlo y burlarse en Duro de Domar?
Y
con esto arribamos al concepto de “violencia simbólica”, un invento conceptual
de Pierre Bourdieu.
Pero,
¿qué es la violencia simbólica, en términos coloquiales? Podría decirse que es
un discurso sistemático que por lo general precede a la violencia física. La
violencia nunca o casi nunca ocurre “en frío”, sino que viene sustentada por la
injuria sistemática. Para ser considerado sujeto de derechos humanos, primero
te tienen que considerar un ser humano.
Cuando
alguien te compara con un cerdo sepulta la posibilidad de todo tipo de
intercambio de ideas. Para no poder discutir con una persona, o para dejar de
considerarla sujeto de derechos políticos, lo mejor es reducirla al nivel de
una basura.
Todo
esto que digo fue tratado en el transcurso de un diálogo muy interesante entre
Barragán y Alejandro Kaufman, que pude escuchar gracias al siguiente post de Oscar Cuervo:
Les
corto y pego algunos fragmentos, pero no la transcribo completa porque es
demasiado larga:
Kaufman:
"La violencia simbólica es una violencia que no es física pero tiene un
correlato y consecuencias eventualmente físicas. Y precede a la violencia
física. Siempre que va a haber violencia física viene precedida por la
violencia simbólica. Nadie se pelea en frío: mojar la oreja, insultar, etc., y
luego se legitima socialmente. En los colectivos sociales la violencia no
ocurre de repente. Cuando se trata de situaciones de linchamiento, de
discriminación, de racismo y de genocidio antes hay una sistemática situación
de violencia simbólica que puede durar mucho tiempo y que se parece mucho a lo
que está ocurriendo en estos años. Todavía no se comprende bien ese problema,
el peronismo no lo comprendió –por buenas razones, no por malas razones-porque
es un movimiento político y no se vive a sí mismo como víctima, sino como
resistente, como luchador. Hay un conflicto entre defenderse de la violencia
simbólica y hacer política. Si el peronismo no fuera como es, si se hubiese
puesto en una posición de víctima –y esto no lo digo peyorativamente porque lo
podría haber hecho- te puedo asegurar que la masacre de 1955, de centenares de
personas en la Plaza de Mayo, crimen de lesa humanidad indudablemente, sería
recordado y conmemorado como el peor atentado de la historia argentina. Y eso
no es así: en la propia resistencia peronista se hablaba de bombardeos, como si
no hubiera muerto nadie ahí. Esto se justifica en las luchas políticas, tiene
una lógica. En las democracias modernas las cosas han cambiado un poco y
aparece la problemática de los derechos humanos. Y los derechos humanos están
relacionados con combatir la violencia simbólica, porque esta precede a las
atrocidades. Carrió, por ejemplo, no está loca, lo que hace es construir un
arma letal de tipo verbal que está disponible para cuando sea necesario usarla,
que es un arma linchadora. Cuando ella el otro día dijo que es "el fin del
fascismo, y lo que ahora viene es Rumania y Roma", está hablando de
Ceaucescu y Mussolini, que sabemos cómo murieron: está haciendo un llamamiento
al linchamiento de la presidenta.
Esto
nos lleva a una de las debilidades que tenemos en este momento, una de las
cuales radica en que esto no es una discusión sobre argumentos; esta no es una
discusión sobre la verdad y la mentira. ¿Cómo se explica que alguien pueda
mentir sistemáticamente y con completa impunidad todos los días? Porque lo que
hacen no es representar la realidad, sino insultar. Cuando vos insultás, cuando
alguien te compara con un cerdo [como hizo Lanata con Barone], eso implica el
ejercicio de una violencia que sepulta la posibilidad de todo diálogo. Si vos
querés abrir un diálogo con una persona tenés que interrumpir ese
comportamiento, disculparte, arrepentirse, rectificarte, etc.; alguien te grita
y te insulta, no está hablando con vos, entonces vos no le podés replicar con
argumentos.
Barragán:
Ahí hay un nivel de psicopatía, porque el mismo tipo que te dice que sos un
ladrón y que sos un chancho, te dice "vos sos un fascista que no querés
conversar/debatir conmigo".
Kaufman:
Mirá, yo cuando le explico esto a mis alumnos les digo lo siguiente: el insulto
es un sustituto de la mancha. Acá estamos los dos sentados. Suponte que ahora
cayera un balde lleno de excrementos, de algo maloliente. Vos no pensás de mí
que yo soy eso, pero yo no me podría quedar sentado acá, tendría que ir a
bañarme. No importa que el insulto sea verdad o mentira, lo que importa es que
hace imposible que el insultado pueda permanecer frente al otro. La injuria, el
insulto, busca vulnerarte, mancharte, de modo que vos no puedas permanecer
sentado en el mismo lugar. El que te insulta lo que busca es debilitarte,
desmoralizarte. Clarín, entre otros, lo que hace es insultar, injuriar, todos
los días, todo el tiempo. Eso produce un efecto. Vos fijáte que 678, por momentos, produce un
efecto de sublimación. Varios funcionarios públicos que han asistido al
programa van allí a hacer catarsis. Es una cosa muy interesante que no se ha
debatido. Eso pasó con Kicilloff, pasó con Abal Medina y ayer pasó con Juliana
Di Tullio. Van allí a expresar el sufrimiento y la mortificación que padecen
con todo eso que ocurre. Esto no tiene un valor políticamente relevante, pero
sí desde el punto de vista humano.
Barragán:
Esto no es que hay un grupito de inadaptados, está el poder detrás de todo
esto.
Kaufman:
Pero el poder ha hecho eso en toda la historia: con los esclavos, con las
brujas, con los judíos, con los negros, con los colonizados, con los indios. Es
lo que pasaba en los campos de concentración de la Esma: primero tenés que
hacer que esa persona deje de ser persona, que se convierta en una basura. Lo
que hicieron los genocidas es organizarlo sistemáticamente para que funcionara
en serie, como una línea de montaje. En la vida común también ocurre, en otra escala evidentemente muy diferente,
pero no es ajena a eso. Busca derrotar al adversario a través de esos métodos,
no le da cuartel, no lo puede escuchar, no puede convivir con él.
El
problema de fondo de la Argentina es que las clases dominantes no pueden
aceptar el piso que estableció el primer peronismo. No es una cuestión de que
argumentes nada, porque no lo quieren aceptar, quieren borrarlo, volver a como
era antes, quieren volver al año 40. Luego del 17 de octubre cambiaron las
cosas. Es una cuestión de distribución de la riqueza y de derechos. ¿Sabés lo que
produce tanto odio? La persona que adquirió derechos es otra persona, no la
podés tratar como una basura. El obrero argentino no es barato, no es como el
chino o el africano, sino es alguien que cree que tiene que ganar mucha plata.
Cuando el obrero argentino no tiene ese piso lucha, hace el Cordobazo,
resiste... (...)
Las
clases dominantes no aceptan eso, no aceptan tener una economía que sea
compatible con este piso de derechos. ¿Por qué el peronismo es la única opción?
Porque si es derrotado, lo que viene después es borrar todo. Eso está en el
aire, de esos hablamos todos (…)
Barragán:
Frente al insulto permanente, ¿entonces por qué después nos parece una
perversión el binarismo? ¿Qué otra cosa se puede hacer que no ser binario ni
estar de aquí o de allá?
Kaufman:
El problema del binarismo es que es ineficaz. Si el que te insulta te lleva a
vos a responder del mismo modo, ganó él, porque es lo que quería. El erro es
creer que vos le podés argumentar. La política de 678 era oportuna durante un
momento, el primer año 2009, relativamente. Pero después empezó a perder
eficacia, porque el espectáculo de ver que uno miente y el otro desmiente
permanentemente, lo único que confirma es una metodología de la mancha y el
insulto, del que la gente al final sólo termina por intentar alejarse. Es como
la riña de gallos. ¿Qué querés ver en eso? Que uno quede muerto y otro quede
vivo. Sin embargo, eso no es lo que queremos para la vida en común...
Otro
error gravísimo es creer que a Clarín se lo derrota desde la argumentación,
creer que la cuestión tiene algo que ver con la verdad o la verosimilitud o la
credibilidad. ¡No! Eso está completamente equivocado. Nunca tuvo nada que ver
con eso. ¿Escucháme, después de las Malvinas?
Mintieron a todo el mundo todo el tiempo de forma permanente, y no
volvieron de ahí. Entonces, ¿de qué credibilidad me están hablando? Clarín no
es el poder de la verdad, sino la verdad del poder. Es como cuando en las
películas de terror al monstruo le disparás con todo y después hay un montón de
humo por los disparos, y cuando se disipa sigue ahí, y luego arrasa con todo.
(…)
Hay que discutir los medios. La prioridad de 678 es la televisión basura, no la
política. (...) ¡Hay que discutir la televisión! Porque la política actual está
subordinada a la misma televisión, con la misma lógica de la dictadura y el
menemismo.
(...)
678 tiene que ser un programa diferente a Duro de Domar y TVR, porque estos
últimos son programas de entretenimientos, donde la política se mezcla con el
entretenimiento. En cambio 678 pertenece a la televisión pública, a la
discusión política. (...) Vos no podés ponerlo a Borges haciendo dos chistes y
a partir de ahí armar todo un discurso. Para mí, un primer momento de derrota
en 678 tiene que ver con la invitación a Beatriz Sarlo. Ella no puede ser
tratada como si fuera lo mismo que las otras personas con las que se la suele
comparar. Es una persona muy respetable, con la quien generalmente estoy en
desacuerdo, pero es racional, respetable y -aunque es antiperonista, tiene
sesgos, etc.,- tiene un modo de comportarse distinto. Lo de "Coca
Sarlo" es un acto de misoginia, es insultante, es inaceptable. Otro
momento fue el evento con Lucas Carrasco. ¡Eso no puede suceder! Lo que quiero
decir es que 678 tiene una enorme responsabilidad, y al empresariado que lo
conduce no le preocupa esa responsabilidad. (...) Todo lo bueno que tiene el
kirchnerismo radica en cuando fue en contra de lo que hay".
En
definitiva se trata, y acá estoy hablando yo y no Kaufman, de profundizar la democracia,
de democratizar los medios, de profundizar derechos. Se me ocurre el caso de
Roberto Gargarella, entre otros. Se trata de una persona que no puede
asemejarse a Mariano Grondona o a los mecanismos carroñeros de la editorial
Perfil. ¿Se entiende? Nos podemos enojar, podemos chicanear, podemos
enfervorizarnos, pero tenemos que ayudar a cambiar la lógica nefasta que
predomina en los medios, en la política y en la sociedad civil.
La
televisión basura es una usina interminable de violencia simbólica. No se la
puede poner a Ayelén Barreiro en la "canción de los parecidos".
Otro
punto a discutir es la "televisión rubia", que no refleja la
diversidad de etnias que existen en la Argentina. Cuando yo voy a laburar me
tomo el 24 o el 100 en Avellaneda, tipo 5 y media de la mañana, para bajarme en
capital. El bondi está lleno de obreros, de personas de rasgos indígenas, de
peruanos, bolivianos y paraguayos o sus descendientes.
En
fin, no sigo porque ya el post es bastante largo y, para muchos, seguramente
aburrido.
Chau,
¡sean felices!
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