domingo, 28 de septiembre de 2014

SENTADO EN UN BANCO DE LA PLAZA

Sentado en un banco de la plaza, Rodrigo observa las palomas con profundo desprecio. Las mira caminar, con paso torpe. Las aves suelen ser torpes cuando están en el suelo. Mientras rumia su odio, poco a poco empieza a panificarse. La piel se le va dorando al sol. Se vuelve cáscara. Su cuerpo se resquebraja. Luego sopla un poco de viento y como el pan se deshace, el aire carga con él y generosamente distribuye las migas, mientras las palomas se acercan, presurosas, a entretener su hambre.