viernes, 20 de noviembre de 2015

MOTIVOS POR LOS CUALES CONSIDERO QUE LOS ARGENTINOS PODRÍAMOS DIRIGIMOS HACIA UNA SUERTE DE SUICIDIO COLECTIVO

1) A precios de libre-mercado hay un déficit de entre 11,5 a 12,5 millones de puestos de trabajo, si lo que queremos es que todos puedan acceder a un trabajo digno. Y la diferencia es de tal magnitud (65%) que no se arregla con medidas paliativas.

Traducción: a precios de libre mercado, más de la mitad -cerca de 2/3- SOBRAMOS. En La generación de empleo en las cadenas agroindustriales (2004), Llach (un economista que no puede ser acusado de anti-macrista) y otros estimaron que el empleo generado directa e indirectamente por actividades agrícolas, ganaderas y agroindustriales es de 5,5 millones de puestos de trabajo (35% de los puestos de trabajo totales), o 5,2 millones si no se tiene en cuenta los planes jefes-jefas de hogar. En este estudio se incluyeron todas las economías regionales de base agraria y se consideró empleo indirecto hasta el empleo público que se supone pagado por los impuestos del sector. Esa es la cantidad aproximada de empleo que sería posible generar en un país que se dedicara únicamente a estos sectores productivos. Para que haya pleno empleo en la Argentina, sería necesario generar entre 17 y 18 millones de puestos de trabajo.

Si tomamos como válidos los precios internacionales, Argentina debería especializarse en productos de base agraria; ergo, ninguna actividad industrial -como por ejemplo textil, vestido, calzado, metalmecánica- sería rentable. Ya hicimos la experiencia de igualar los precios internos a los precios internacionales durante la Convertibilidad (los noventa) y durante Martínez de Hoz (la dictadura de los milicos en los 70's), y ambas veces dio lugar a un cierre masivo de fábricas. El argumento de que esas fábricas no eran eficientes me parece muy liberal-fundamentalista. La eficiencia o no de un emprendimiento es consecuencia de un cálculo económico, ese cálculo se hace multiplicando precios por cantidades vendidas para determinar los ingresos de un emprendimiento productivo, y multiplicando precios por cantidades para determinar los costos. La misma actividad puede serla más rentable del planeta o puede ser inviable, según los precios que elijamos para que rijan la actividad económica. 

La pregunta es, ¿los precios deben servir a la humanidad, o la humanidad a los precios?

2) Los procesos de exclusión vía precios ocurren en cámara lenta, pero son prácticamente irreversibles. El desempleo no aumentará ni el 23 de noviembre ni el 11 de diciembre, pero tengan por seguro que va a aumentar. Las personas van quedando excluidas a medida que se "seca" la circulación de riqueza por los canales en los que se encuentran comunicadas. Una metáfora sería la muerte de un brazo como consecuencia de un torniquete muy apretado; el brazo no muere inmediatamente, tarda bastante tiempo en morir y es un proceso gradual a medida que los tejidos se van quedando sin oxígeno y nutrientes. En estas circunstancias, aparecen muchas iniciativas de ayuda que no logran revertir el proceso. Generalmente se invierte en créditos y subsidios para promover las actividades, cursos de capacitación para los desempleados y hasta incubadoras de empresas... todo suponiendo que es un problema del desempleado que no logra ser "productivo", que no logra "encontrar" su lugar, y entonces lo ayudamos a buscarlo, a reinsertarse en el mercado laboral. En el ejemplo de recién es como si masajeamos el brazo para activar la circulación, a veces conseguimos que un dedo cambie de color, y lo contamos como experiencia positiva, que nos reafirma que masajeando está la solución (y se lo mostramos a los otros dedos diciéndole, ¿vieron?  Si este pudo ustedes también podrán).

Sin embargo, de no aflojar el torniquete, sólo estamos demorando lo inevitable... algunas veces es todo lo que podemos hacer, pero "hoy" podemos librarnos -aunque sea parcialmente- del torniquete.

Este gobierno, con sus errores y agachadas, recurrió a la generación de empleo como herramienta de inclusión. Esta estrategia es útil para aquellos "desplazados" que quedaron en los márgenes del sistema, pero que no se "cayeron" del mismo. Vale decir que en sus casos el proceso de exclusión no finalizó. Entonces el trabajo digno es un medio útil de integración social.
Pero en el caso de los excluidos, el problema es de otra naturaleza. Porque en este caso se rompió el vínculo que lo unía a la sociedad. Desde el punto de vista de quien sufre la exclusión, se trata de un proceso largo, desgastante y humillante, que comienza con el desempleo, continúa con la percepción de que él es el responsable exclusivo de su situación (aumentándole la culpa y disminuyéndole la autoestima frente a sí mismo y frente a sus hijos y su familia, si tuviere); continúa con cada intento frustrado de conseguir trabajo, reafirmando su culpa y baja autoestima; hasta que se convence de que "aquí no tiene lugar" y va en busca de otros horizontes (si le queda algo de dinero y tiene cierta formación "intelectual" y/o "espiritual" o "simbólica) o le rematan la casa para pagar deudas y va a vivir a una villa de emergencia.

Por eso no baja el índice de pobreza, porque para incluir los millones que fueron excluidos durante los 90' (y durante la dictadura militar, que económicamente nos hizo mierda) hace falta el compromiso decidido de la sociedad en su conjunto. No basta con "mirar desde la platea" lo que hace un gobierno. Hace falta el compromiso de la sociedad en su conjunto, porque el vínculo social de los argentinos está, en muchos casos, atado con alambres.

YO NO QUIERO VOLVER A PONER EN MARCHA EL PROCESO DE EXCLUSIÓN VÍA PRECIOS. YA VIVIMOS TODO ESTO EN LOS NOVENTA.

3) Pocas cosas hay más inmorales y productoras de corrupción como un conjunto de precios que excluye a la mayoría de los habitantes de un país. Este aspecto puede ser controversial, porque estamos acostumbrados a pensar en los precios como en algo "técnico" que no puede ser valorado éticamente. También porque algunos ven al mercado como una suerte de extensión del Orden Natural o de la Divina Providencia. Sin embargo, los precios no indican ninguna voluntad divina u orden natural  (salvo para la ideología del neoliberalismo). ¿Qué indican los precios? Tanto Milton Friedman, como Friedrich Hayek o Paul Samuelson coinciden en que el sistema de mercado es un sistema de voto permanente y calificado. Permanente porque cada vez que compramos es como si votáramos; y calificado porque se vota con la billetera... y obvio que el que tiene la billetera más abultada vota más que el que tiene poco... Entonces el sistema de precios no refleja las necesidades y las posibilidades productivas, porque millones de necesitados que no tienen ingresos tienen un voto igual a CERO en este sistema. En la actualidad el sistema de precios indica aproximadamente las prioridades de quienes más tienen, y los que más tienen en el mundo no suelen estar preocupados por los excluidos (presentes o futuros) de la Argentina.

En el mejor de los casos es un sistema impersonal, que no hace distinciones individuales, pero eso no implica que sea un sistema "justo". La conclusión es que los conjuntos de precios no son "neutros" moralmente, ni son un hecho de la naturaleza como el viento o la lluvia. Nosotros tenemos el deber moral de elegir entre los conjuntos de precios "justos". Un sistema de precios que no asegura el empleo para todos (ni hablar de trabajo digno) es radicalmente inmoral.

Además, no creo que 2 de cada 3 argentinos se sienten a morir de hambre porque San Mercado Internacional dictaminó que no eran necesarios para nuestro país. Si los excluimos (y los excluimos porque "bancamos" ese conjunto de precios), buscarán de sobrevivir fuera del sistema. Es decir que tienen que hacerse los recursos necesarios para vivir FUERA DE LA LEY. Si yo votara este sistema de precios  y me opusiera al narcotráfico, a la trata de personas y a otras formas de delincuencia, sería un gran hipócrita, porque condeno y combato lo que yo mismo ayudo a producir. Por eso siento la necesidad moral de "denunciar" ese conjunto de precios que, a la vista de muchos, es el referente legítimo de la actividad económica. 

4) Una estructura de precios relativos que sólo genera trabajo para menos de la mitad de la población, es una causa "objetiva" y eficiente de des-unidad, de división en el seno de la sociedad. Una vez impuestos los precios del libre-mercado el proceso de exclusión comienza y divide la sociedad. Generalmente los que quedan dentro del sistema no lo advierten, porque la sociedad son los que están dentro del sistema, los otros "no existen" o  si existen son reprobados moralmente. Vamos muchachos, cualquiera lo puede advertir: un "trapito" es visto con peores ojos por mucha gente que un Melconián o un Broda

Se trata de un poderoso automatismo que va dejando la gente afuera si no se lo revierte. Por otro lado, se da cierta autoafirmación individualista: si el sistema no me expulsó es porque me merezco estar adentro y gozar de lo que eso significa. Corolario: se ve como tremendamente injusto sacrificar algo del "merecido" bienestar por el que está excluido... ¡¡ESA ES LA GRIETA, ESA ES LA SOCIEDAD DIVIDIDA, ESA ES LA RUPTURA DEL LAZO SOCIAL!!


5) Shakespeare decía, creo recordar, que hasta el diablo puede citar las escrituras para sus propósitos. No se analiza la postura de un político sacando de contexto cada frase como gusta de hacer la TV y como gustan  de hacer quienes discuten sobre política (videos de Carrió denostando a Macri, de Carrió apoyando a Macri, de Scioli menemista, de Macri semikirchnerista, de Cavallo sciolista, etc.). Las actitudes más típicamente "libremercadistas" son las del Pro. Decir que hay que "sincerar las variables" o que "el verdadero valor lo fija el mercado" no se escuchan igual en ambos grupos. Con Scioli uno puede tener ciertas dudas y resquemores, CON MACRI NO.

6) No elijo porque me convencieron las propuestas, ni porque creo que vayan a hacer tal o cual cosa, ni por el (paupérrimo) debate televisivo de hace pocos días ni por la "campaña del miedo" o la "campaña del marketing". No me parece relevante el circo armado sobre el cepo ni sobre el dólar. Como decía Zamagni en los 90, donde nos advertía que éramos aficionados a las "alquimias financieras", ningún país creció y solucionó sus problemas con alquimias financieras. No concuerdo para nada con la campaña mediática de que las diferencias entre ambas propuestas son un asunto de "estilo". Primero porque para llegar a esa conclusión se excluye del análisis todo lo que no sea "alquimia financiera". Segundo porque veo el renacer del discurso del "pensamiento único" que ya nos gobernó y acabó con un país en llamas y un presidente huyendo en helicóptero. Es un pensamiento único disfrazado de diálogo, consenso y diversidad. A mí me sorprende el rechazo casi diría "estético" que muchos tienen hacia empleados estatales o hacia quienes cobran un plan: ¿quien cobra un "plan descansar" le "roba" más la plata al indignado que un Fondo de Inversión Buitre? ¡Es de una ridiculez espantosa! Tipos que creen que a Griesa "hay que pagarle lo que pide" son más o menos los mismos que me dicen que odian a los "ñoquis" que "viven del Estado".


7) Voy a votar a Scioli porque su gestión y su proyecto me dejan muchas dudas, pero la gestión y el proyecto de Macri NO ME DEJAN NINGUNA. Con Macri será el conjunto de precios el que estará en el centro de la economía y no el ser humano. La gente con el estómago lleno es fuente de "líos" y "conflicto". La gente excluída del sistema, en cambio, vive la paz de los cementerios y sólo se preocupará por sobrevivir. 

Todo gobierno que intente avanzar contra intereses de sectores con poder, necesariamente generará conflicto. El conflicto para los ciudadanos es sin duda un fastidio, con lo cual el gobierno deberá saber medir la "tolerancia social al conflicto". Personalmente creo que en determinados momentos, este gobierno no supo medir ese nivel de tolerancia, pero esa es otra cuestión. Sin embargo, el no conflicto hace PREVALECER EL STATUS QUO. Toda ampliación de derechos genera conflicto: basta ceder ante todos los reclamos de quienes tienen poder y veremos florecer la panacea de la conflictividad cero. Los poderosos saben eso, y ese es el motivo por el cual siempre intentarán exasperar al pueblo haciendo que bajen sus niveles de "tolerancia social al conflicto". Es algo muy sencillo de hacer: negarse a negociar, hacer que quienes reclaman vean cerrados los canales institucionales para hacerse escuchar y listo, la misma gente que mire cortar la calle o que se harte por el ruido tenderá a estar en contra de quien reclama, sin considerar demasiado la justicia del reclamo. Ejemplo sencillo: los judiciales con bombos, platillos y papelitos manifiestan frente a la corte. ¿Qué dirá el resto de la gente si esos reclamos se hacen constantes? ¿Va a apoyar a los laburantes porque se informará sobre el colapso del fuero laboral? Tiendo a pensar que su interpretación no estará lejos de "estos estatales de mierda se la pasan reclamando porque se quejan de llenos, vagos de mierda que no quieren laburar".

Si no te interesas en la política, otros harán política en lugar tuyo. La dominación económica y política se basa en discursos que te dicen una y otra vez que "no hay alternativa", y con eso te quieren decir: "nosotros decidimos lo que cuenta como alternativa y lo que no".

Puedo valorar a un político que respeta los turnos para hablar, no eleva la voz, evita las chicanas y se peina prolijamente, más allá de que no me parezca algo demasiado relevante. Sin embargo, el amigo López Murphy, vestido de traje y con modales civilizados, nos dejó estas simpáticas medidas (y después vino Cavallo, quien HOY elogia al equipo económico del amigo Mauricio).

Fuente: el posteo está refritado, con breves añadidos propios, de un mail que mandó un amigo que es Doctor en Economía.