"He
encontrado una cosa curiosa, como no lo haría todos los días. Es un puente
levadizo con un cochecito amarillo y un grupo de lavanderas". (Vincent Van Gogh)
A riesgo
de que quede un post estilo Wikipedia, hoy tenía ganas de escribir en modo informativo pedagógico. O tal vez el talento no me da para otra cosa. En fin… La
tapa del disco Artaud fue diseñada por Juan Orestes Gatti a partir de una idea
de Spinetta. En su momento, los productores y vendedores no querían saber nada,
porque su forma extraña la hacía difícil de ubicar en las bateas. Parece que
"El Flaco" no quería dar el brazo a torcer, porque estaba convencido
de que su obra debía provocar incluso desde el diseño.
Los colores verde y amarillo son, según Antonin Artaud, los colores del surrealismo. Es muy factible que la letra de Cantatade puentes amarillos haya sido escrita por un Spinetta entregado al ejercicio de la libre asociación de ideas.
Si uno se fija, hay fragmentos que no parecen guardar ninguna ilación entre sí, como si fueran sueños o escritos realizados en duermevela:
Los colores verde y amarillo son, según Antonin Artaud, los colores del surrealismo. Es muy factible que la letra de Cantatade puentes amarillos haya sido escrita por un Spinetta entregado al ejercicio de la libre asociación de ideas.
Si uno se fija, hay fragmentos que no parecen guardar ninguna ilación entre sí, como si fueran sueños o escritos realizados en duermevela:
Todo
camino puede andar
Todo
puede andar...
Con
esta sangre alrededor
no
sé que puedo yo mirar.
La
sangre ríe idiota
como
esta canción,
¿y
ante qué?
Ensucien
sus manos como
siempre,
relojes
se pudren en sus
mentes
ya.
Y en
el mar naufragó
una
balsa que nunca zarpó,
mar
aquí, mar allá.
En
un momento vas a ver
que
ya es la hora de volver,
pero
trayendo a casa todo aquél
fulgor,
¿y
para quién?
Las
almas repudian todo encierro
las
cruces dejaron de llover.
Sube
al taxi, nena
los
hombres te miran,
te
quieren tomar.
Ojo
el ramo, nena,
las
flores se caen, tienes que parar.
Vi
las sonrisas muriendo en el
carrousel,
vi
tantos monos, nidos, platos de
café,
platos
de café, ah.
Guarda
el hilo, nena
guarden
bien tus manos
esta
libertad.
Ya
no poses, nena,
todo
eso es en vano,
como
no dormir
Aunque
me fuercen yo nunca voy a decir
que
todo tiempo por pasado fue
mejor,
mañana
es mejor.
Aquellas
sombras del camino azul,
¿dónde
están?
Yo
las comparo con cipreses que vi
sólo
en sueños.
Y
las muñecas tan sangrantes
están
de llorar,
y te
amo tanto que no puedo
despertarme
sin amar,
y te
amo tanto que no puedo
despertarme
sin amar.
¡No!
Nunca la abandones.
¡No!
Puentes amarillos.
Mira
el pájaro, se muere en su jaula
¡No!
Nunca la abandones
Puentes
amarillos, se muere en su
jaula
Mira
el pájaro, puentes amarillos
Hoy
te amo ya
y ya
es mañana
Mañana
Mañana
Mañana
Según
Sergio Pujol, la canción está hecha “como
una miríada de ideas, fragmentos de textos –algunos subrayados en la edición de Cartas a Théo que el joven artista devoraba, entre
el libro y la guitarra-, registros entre literarios y orales y, ya en el plano
de la música, módulos armónicos más o menos relacionados con la tonalidad de La
mayor. (…) En plena época de rock sinfónico -1973-, Spinetta expresaba en clave
intimista el deseo de una generación por convertir la música popular en algo
sofisticado y a la vez visceral”.
Yo leí Van Gogh, el suicidado por la sociedad de Antonin Artaud -que formó parte de las lecturas de Don Luis Alberto antes y durante el proceso de composición del disco- , y debo reconocer que no me flasheó demasiado. Hay partes que directamente me aburrieron, sobre todo la introducción de Aldo Pellegrini en la edición de Argonauta que es la que tengo, donde el tipo parece dividir al mundo entre Artaud artista genial incomprendido; y el resto de los mortales: burgueses medio perejiles que habitamos el globo y no cazamos un fútbol de poesía. En síntesis: le falta la distancia y el humor de un Luis Almirante Brown.
La obra de Antonin Artaud es bastante corrosiva. A esa manía de "filosofar con el martillo" que tenía el poeta francés, Spinetta le contrapone un mensaje menos destructivo como antídoto: el amor, el hippismo, los Beatles y John Lennon. Si bien se propone denunciar la locura, la perversión y la sinrazón del mundo, quiere producir al mismo tiempo un antídoto que no nos haga caer en la desesperación de tomarnos demasiado en serio el mensaje de Artaud.
Y ojo, que vivir de acuerdo a la cosmovisión de Rimbaud o Artaud es muy difícil, porque estar en contacto permanente con el éxtasis quema. "Si he de vivir, que sea/ sin temor y en el delirio", escribió alguna vez Mario Santiago, el Ulises Lima de Los Detectives Salvajes de Roberto Bolaño (1). La apuesta de Santiago es total. Cuando a Bolaño le preguntan si se puede "vivir poéticamente", responde que sí, que se puede, pero que no es recomendable:
Yo leí Van Gogh, el suicidado por la sociedad de Antonin Artaud -que formó parte de las lecturas de Don Luis Alberto antes y durante el proceso de composición del disco- , y debo reconocer que no me flasheó demasiado. Hay partes que directamente me aburrieron, sobre todo la introducción de Aldo Pellegrini en la edición de Argonauta que es la que tengo, donde el tipo parece dividir al mundo entre Artaud artista genial incomprendido; y el resto de los mortales: burgueses medio perejiles que habitamos el globo y no cazamos un fútbol de poesía. En síntesis: le falta la distancia y el humor de un Luis Almirante Brown.
La obra de Antonin Artaud es bastante corrosiva. A esa manía de "filosofar con el martillo" que tenía el poeta francés, Spinetta le contrapone un mensaje menos destructivo como antídoto: el amor, el hippismo, los Beatles y John Lennon. Si bien se propone denunciar la locura, la perversión y la sinrazón del mundo, quiere producir al mismo tiempo un antídoto que no nos haga caer en la desesperación de tomarnos demasiado en serio el mensaje de Artaud.
Y ojo, que vivir de acuerdo a la cosmovisión de Rimbaud o Artaud es muy difícil, porque estar en contacto permanente con el éxtasis quema. "Si he de vivir, que sea/ sin temor y en el delirio", escribió alguna vez Mario Santiago, el Ulises Lima de Los Detectives Salvajes de Roberto Bolaño (1). La apuesta de Santiago es total. Cuando a Bolaño le preguntan si se puede "vivir poéticamente", responde que sí, que se puede, pero que no es recomendable:
"Yo no quisiera que mi hijo –si mi hijo decide ser escritor– no quisiera que mi hijo optara por vivir sin timón y en el delirio. Porque nadie quiere ver a un ser querido sufriendo. Pero por otro lado, es inevitable. Hay escritores que tienden hacia eso. A veces en demérito de su propia escritura, porque la lucidez –y de nuevo– el sentido común son necesarios, son muy necesarios".
VINCENT VAN GOGH, EL “SUICIDADO POR LA SOCIEDAD”
La
felicidad del canalla, que muere tranquilo y en paz luego de haber provocado la
muerte, la tortura y el sufrimiento de cientos de personas, es difícil de
comprender para cualquier moralista. A menos, claro, que uno crea –no es mi
caso- en la justicia divina del paraíso, el purgatorio y el infierno. Hitler y
Mussolini fueron derrotados, pero en España, Franco gobernó más de treinta
años, y murió rodeado de honores oficiales, en su propia y confortable cama,
aferrado al brazo de Santa Teresa, a quien, con devoción, le pidió que
intercediera por su alma. La santa se negó.
La vida
de Vincent Van Gogh, en cambio, fue la de un artista de enorme sensibilidad y
talento, quien pese a entregar su existencia a la realización febril de cuadros
y más cuadros, no logró vender más que una sola tela en sus 37 años de vida. De
hecho, se hubiera muerto de hambre si no fuera por la modesta asignación que le
pasaba su hermano Théo.
Por
esas ironías que no faltan en la historia, casi un siglo después, su lienzo Los Girasoles se subastaría por casi veinticinco
millones de libras en Christie’s de Londres.
En una
de sus tantas cartas, tratando de encontrarle sentido a su sufrimiento, Vincent
le escribe a su hermano: “tal
vez la locura sea saludable porque uno se vuelve, quizá, menos excluyente”.
En
enero de 1889, escribe: “Habrás
vivido siempre pobre por darme de comer, pero yo devolveré el dinero o
entregaré el alma”. No pudo
cumplir con su palabra. Segundos antes de morir -producto de la agonía que él
mismo se provocó disparándose a sí mismo en el pecho- , le diría a Théo:“Fracasado
una vez más… La miseria no acabará nunca…”.
La
carta de julio de 1880 causó, indudablemente, un fuerte impacto sobre el joven
Spinetta. La cito in extenso y que cada cual haga el link que tenga ganas.
Resalto en negrita el fragmento que se puede relacionar con la frase "mira el pájaro, se muere
en su jaula":
“Te
escribo un poco al azar lo que me viene a la pluma, me sentiría muy contento si
de alguna manera tú pudieras ver en mí algo más que un haragán.
¿Acaso
hay haraganes y haraganes que hacen contraste? Está aquel que es haragán por
pereza y dejadez de carácter, por la bajeza de su naturaleza: tú puedes, si lo
juzgas bien, tomarme por uno de éstos.
Después
está el otro haragán, el haragán a pesar suyo, que vive roído interiormente por
un gran deseo de acción, que no hace nada porque vive en la imposibilidad de
hacerlo, puesto que está como preso en alguna cosa, porque no tiene lo que
necesitaría para ser productivo, porque la fatalidad de las circunstancias lo
reduce a ese punto; un haragán así no sabe siempre él mismo lo que podría
hacer, pero lo siente por instinto; por tanto, sirvo para algo, siento en mí
una razón de ser; sé que podría ser un hombre por completo diferente. ¿En qué
podría ser útil?, ¿en qué servir?, ¿hay algo dentro de mí?, ¿qué es, entonces?
Este
es un haragán muy diferente; tú puedes, si lo juzgas bien, tomarme por uno de
éstos.
Un pájaro en la jaula, en la primavera, sabe muy bien que hay
algo para lo cual serviría, siente fuertemente que hay algo que hacer, pero no
lo puede hacer. ¿Qué es? No lo recuerda bien, después tiene ideas vagas y se
dice: ‘Los otros hacen sus nidos y tienen sus hijos y crían la nidada’; después
se golpea el cráneo contra los barrotes de la jaula. La jaula sigue allí y el
pájaro vive loco de dolor.
‘Mira
qué haragán’, dice un pájaro que pasa, ‘una especie de rentista’. Sin embargo,
el prisionero vive y no muere, nada se muestra exteriormente de lo que ocurre
interiormente, se lleva bien, está más o menos alegre al rayo del sol. Pero
viene la temporada de la migración. Acceso de melancolía. ‘Pero’, dicen los
niños que lo cuidan en su jaula, ‘tiene todo lo que le hace falta’. Pero él
mira afuera el cielo henchido, cargado de tempestad y siente la rebelión contra
la fatalidad dentro de sí. ‘Estoy preso, estoy preso y no me falta nada,
imbéciles. Tengo todo lo que hace falta. ¡Ah, la libertad! ¡Ser un pájaro como
los otros pájaros!...’
Este
hombre haragán se parece a ese pájaro haragán y los hombres se hallan a menudo
en la imposibilidad de hacer nada, prisioneros en no sé qué jaula horrible,
horrible, muy horrible. (…)
No
sabremos decir nunca qué es lo que nos encierra, lo que nos cerca, lo que
parece enterrarnos, pero sentimos, sin embargo, no sé qué barras, qué rejas,
qué paredes.
¿Todo
esto es imaginario, fantasía? No lo creo; y después uno se pregunta: Dios mío,
¿será por mucho tiempo?, ¿será para siempre?, ¿será para la eternidad?
Tú
sabes cómo puede desaparecer la prisión. A base de afecto profundo, serio. A
base de ser amigos, ser hermanos, amar: así se abre la prisión como una fuerza
soberana, como un encanto poderoso. Pero el que no tiene esto permanece en la
muerte.
Pero
allí donde la simpatía renace, renace la vida.
Además,
la prisión se llama algunas veces prejuicio, malentendido, ignorancia fatal de
esto o aquello, desconfianza, falsa vergüenza.
(…)
Solamente si te fuese posible ver en mí algo más que un haragán de la peor
especie, me sentiría más cómodo.
Luego,
si alguna vez pudiese hacer algo por ti, serte útil en alguna cosa, no olvides
que estoy a tu disposición”.
Este post se terminó.
¡Sean felices!
(1) Fue mi mejor amigo, mi mejor amigo de lejos. Poeta mexicano. Un ser extrañísimo, en realidad Mario Santiago parecía haber bajado de un ovni hace un par de días. Y tenía cosas tan extrañas, era un lector empedernido. Cosas tan extrañas como meterse en la ducha y seguir leyendo. Entonces, se metía en la ducha y con la mano mantenía el libro así (hace el gesto con sus manos): ¡y lo peor es que eran mis libros! (la audiencia ríe). Y yo siempre veía mis libros mojados y no sabía qué había ocurrido. Y yo decía: “¿es que ha llovido en México?”. Porque claro, México es muy grande y puede llover en una zona de la ciudad y en otra no. Es raro, pero se puede dar ese caso. Realmente, un fenómeno curioso en la naturaleza ¿no? Pero se puede dar. Hasta que una vez lo sorprendí leyendo en la ducha, y yo lo que tenía que haber hecho era ponerme de rodillas a rezar. A rezar ante el milagro que había presenciado. No lo hice, más bien lo reté. Y tenía cosas así Mario. Mario era un personaje fantástico, no tenía ninguna disciplina. Recuerdo que para ganar dinero trabajábamos en diversas revistas mexicanas y era yo el que escribía sus crónicas, sus artículos; él hacía un borrador y yo cogía el borrador y escribía la crónica. Y luego tenía que escribir la mía también. (Roberto Bolaño, entrevista de Cristian Warnken).
Dejo un comentario descuidado y asociado libremente.
ResponderBorrarEse título del suicidado por la sociedad es horrible, da esa imagen de un artista que padece por culpa de la sociedad. Cosa que seguramente puede ser correcta pero que en la mayoría de las veces deja una idea del arte vinculada al sufrimiento y padecimiento que generó muchos malos entendidos.
dejo un texto de spinetta que relata un encuentro con borges, artaud de por medio
saludos
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-7689-2012-02-12.html
Muchas gracias por comentar! Me colgué y te respondí re tarde, jeje.
BorrarGracias por escribir este post abrió una nueva dimensión en lo que sabía sobre esta música y porque me encanta tocarla saludos
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