domingo, 18 de diciembre de 2016

DONDE EL AUTOR DEL BLOG NOS CUENTA DE SU RELACIÓN ACTUAL CON DON ERNESTO SÓTANO ANTES DE DISPONERSE A RELEER SOBRE HÉROES Y TUMBAS

Confieso que a Sábato dejé de leerlo en la adolescencia, aunque ahora, gracias a la influencia de una conocida -llamémosla Alejandra Vidal- me puse a re-leer muy por arriba El Túnel y Sobre héroes y tumbas. 

Antes que nada, cabe aclarar que decir “dejé de leerlo en la adolescencia” no necesariamente implica afirmar que la obra de Sábato es “literatura para adolescentes”. ¿Está claro? Les pido entonces que no sean pelotudos y sepan interpretar un texto.

Si me apuran, aunque sé que nadie me apura y Occidente puede transcurrir su devenir histórico tranquilamente sin conocer mi opinión al respecto, les diré que Sábato me parece un muy buen escritor, pero que en su momento fue bastante sobrevalorado. 

Dado que mi amigo Martín y yo tenemos cierta sensibilidad literaria más o menos parecida, me permito citar un posteo suyo sobre Sábato, poco después de su muerte, porque me parece bastante acertado:

“En Descanso de Caminantes, uno de sus volúmenes de Memorias, Bioy Casares anota algunos de los entretelones de su relación con Ernesto Sábato. Recuerda que al conocerlo le pareció "digno de estímulo", pero que Borges no se lo bancaba por sus "pedanterías infantiles". Con dificultad, lo convenció de que era "inteligente". Silvina Ocampo fue "más difícil de persuadir". A continuación recrea una escena significativa:

'Un día me trajo (...) el manuscrito de El Túnel "para que se lo corrigiera" (...) Lo cierto es que leí con lápiz colorado el librito y, según mi costumbre (...), lo corregí casi todas las veces que fue necesario. Cuando Sabato vino a retirar su novela, comprendí mi error. Él venía dispuesto a recibir elogios por un gran libro; yo le devolvía un librito, plagado de errores de composición, que no podían corregirse (como esa patética imitación de Huxley, la discusión sobre las novelas policiales que interrumpía el relato) y con las páginas garabateadas de elementales correcciones en rojo: correcciones de palabras, como constatar, de sintaxis, etcétera. Nuestra amistad, que nunca fue del todo espontánea, empezó a deteriorarse'.

Cincuenta años después (el desprecio literario es un plato que se sirve frío), César Aira cierra el círculo "atroz". Edita su Diccionario de Autores Latinoamericanos y en su apartado dedicado a Sabato escribe algo muy parecido a una necrológica:

'Sobre su robusto sentido común, sobre sus ideas convencionales y políticamente correctas (que lo hicieron en su vejez un favorito de los medios) era imposible ajustar pretensiones de escritor maldito o endemoniado, o tan siquiera angustiado; no tuvo más remedio que crear un personaje que se dice malo, atormentado y sombrío, con una insistencia francamente infantil'.


(…)Hay un epigrama malicioso que resume bastante a Sabato. Pertenece, claro, a Bioy Casares: "Un escritor importante de obra mediocre". Tal vez lo que distancia de Sábato, pasado el encantamiento adolescente, es ese malditismo existencial que de tan dark acaba siendo kitsch. Su prosa recargada desemboca en un estilo ornamental repleto de imágenes que pretenden un efecto dramático o un shock poético y, a menudo, caen en el mal gusto.

En las primeras páginas de El túnel, hay una frase genial en su síntesis de nihilismo y angustia: "Que el mundo es horrible, es una verdad que no necesita demostración". Pero a continuación, el narrador agrega, innecesariamente: "Bastaría un hecho para probarlo, en todo caso: En un campo de concentración un ex pianista se quejó de hambre y entonces lo obligaron a comerse una rata, pero viva"... Abaddón, el Exterminador parece un exceso de megalomanía. Sobre héroes y tumbas es, indudablemente, una gran novela, pero no podría afirmar que sea buena.

Por otro lado, en la actualidad, la figura de autor que construyó Sabato (compromiso ético, solemnidad) queda en off side. Pero, más allá de sus contradicciones políticas (innumerablemente discutidas) ¿quién puede asegurar que las particularidades de su personalidad eran impostadas o que el paradigma actual (deudor de la estética coolness) sea mejor? Con Sabato muere también el último ejemplar (desterrado) de una estirpe variopinta de escritores (aquella conformada por Borges, Bioy, Mujica Láinez, las hermanas Ocampo, Cortázar, Mallea, Arlt, José Bianco) que, con errores y aciertos, ofrecieron las mejores obras de la literatura argentina. 


Hoy salí del trabajo al mediodía. Lloviznaba y, mientras esperaba el colectivo, mi mente comenzó a calibrar palabras oscuras: "Me siento exiliado en este mundo, todo es ambiguo e incómodo". Cuando subí, en medio de una marea de gente desconocida que pugnaba por un asiento, reflexioné: "La vida es una película malísima, una escena trágica tras otra sin solución de continuidad". Finalmente conseguí sentarme, pero mirando el espectáculo decadente a través del vidrio empañado, no logré borrar el monólogo desolador: "¡Encima nada tiene sentido, el amor es una sofisticación estúpida y al final te morís!". Cuando bajé del colectivo llovía con más persistencia y recordé la teoría de un amigo: "¡En los breves instantes que somos felices, silenciosamente, se está gestando el cáncer que, tarde o temprano, nos destruirá!". Mi cerebro era una parodia del grito de Munch hasta que pasé por la vidriera de una librería y vi que Hombres y Engranajes llevaba un pequeño crespón negro. Automáticamente pensé: "Se murió Sabato". Luego: "Se murió Sabato en un día gris que parece escrito por él". Y más: "¡Por eso mismo había sido cooptado por pensamientos sabatianos!". Al doblar la esquina, se me hizo un nudo en la garganta y no lo pude creer. ¡Claro, era mi Yo adolescente que desde lo más profundo de mi Ser me recordaba las tardes y las noches que pasé fascinado por los celos de Juan Pablo Castel, el Informe sobre Ciegos, el encuentro epifánico entre Alejandra y Martín! ¡Ah! ¡Black Sabato, Q.H.D.P (1)! 


(1): Qué Hijo De Puta".



Con matices, coincido con lo que dijo Martín hace cinco años. Respecto de la figura, típicamente “sartreana”, del compromiso ético y la solemnidad, me permito citar lo que dice Javier Cercas sobre la “literatura comprometida”:

“(…)la literatura, y en particular la novela, no debe proponer nada, no debe transmitir certezas ni dar respuestas ni prescribir soluciones; al revés: lo que debe hacer es formular preguntas, transmitir dudas y presentar problemas y, cuanto más complejas sean las preguntas, más angustiosas las dudas y más arduos  e irresolubles los problemas, mucho mejor. La auténtica literatura no tranquiliza: inquieta; no simplifica la realidad: la complica. Las verdades de la literatura, pero sobre todo las de la novela, no son nunca claras, taxativas e inequívocas, sino ambiguas, contradictorias, poliédricas, esencialmente irónicas. Es muy probable que la ironía destructiva, aquella que se funde o se confunde con el sarcasmo y hasta con el cinismo, conduzca a un nihilismo despiadado y estéril; pero la ironía cervantina, la que muestra que la realidad es siempre equívoca y múltiple y que existen verdades contradictorias, es una herramienta indispensable de conocimiento. Esa ironía no es lo contrario de la seriedad, sino en cierto sentido su expresión máxima; sin ella, en todo caso, apenas hay narrativa digna de tal nombre, o por lo menos novela”.

En la siguiente entrevista (link acá), Abelardo Castillo dice algo en relación a Sábato que me parece importante destacar: “un escritor es alguien que se toma la literatura en serio, pero no se toma a sí mismo en serio”. Y poco más adelante agrega una opinión que me parece sumamente iluminadora:

“La parte de "torturado" no se la toleraba. La inteligencia crítica y paródica de Ernesto era formidable. Y eso era lo que no quería usar. Prefería aparecer ante el mundo como el dueño universal del dolor. El éxito de Sobre héroes y tumbas le hizo mucho mal. Mientras dudó sobre sí mismo fue un hombre excepcional. Además, al año de publicar Sobre héroes, aparece Rayuela, y eso lo destruyó. Dejé de ser amigo de verdad de Ernesto en la década de 1960. Después nuestra amistad siguió formalmente. En una ocasión, me encontré con Mujica Láinez en la Feria del Libro y nos pusimos a caminar por esos largos pasillos y, de pronto, vimos una gran foto de Sábato, Manucho dijo: "Ése sufre, sufre., pero nos va a enterrar a todos". Y fue cierto, al menos respecto de Mujica Láinez. Por eso, cuando Ernesto llegó a los 90, yo me acordé de lo que había dicho Manucho y dejé de fumar”.


Cuando termine de leer Sobre héroes y tumbas tal vez escriba algo al respecto, por el momento estoy medio podrido de hablar de libros. ¡¡Necesito entrenamiento físico y volver al fútbol para oxigenar el cerebro!!

¡Sean felices!

Rodrigo

viernes, 9 de diciembre de 2016

DONDE EL AUTOR DEL BLOG NOS HABLA DEL ADÁN BUENOSAYRES DE LEOPOLDO MARECHAL PERO TAMBIÉN HACE MENCIÓN AL ULISES DE JAMES JOYCE AL PERONISMO Y MUCHAS COSAS MÁS QUE HACE DE CUENTA QUE CONOCE PORQUE ES UN CHAMUYERO MARCA ACME Y HASTA REFIERE ALGO DE SU ADMIRADO JORGE LUIS BORGES Y ESTE TÍTULO DEBE SER LEÍDO TODO SEGUIDO Y MANTENIENDO LA RESPIRACIÓN

Este posteo está dedicado a mi amiga Troska, una lectora apasionada de Don Leopoldo Marechal. Ante todo empiezo por admitir que me gusta más el Ulises de Joyce que el Adán Buenosayres, pero eso importa poco. Afortunadamente tenemos la libertad de disfrutar de ambas obras, aunque no sean sencillas de “digerir”. El Ulises, en particular, debe ser lo obra literaria más compleja que leí en mi vida. 

-“¿Leíste el Ulises de Joyce todo el día en tero?”

-“Sí, pero hacia el final del día, al pobre tero se le quebró la tibia y el peroné de la patita derecha”.

-“¡Qué macana!

-“Msé, fue un garrón. Tuve que pedir turno en el Hospital Fiorito. Encima para enyesarlo tardaron como tres horas porque el tero se quejaba y no lo podían mantener quietito".

El amigo Carlos Gamerro, a quien pienso chorearle fuerte varias de las ideas que expuso en “Marechal entre Joyce y Perón”, nos recuerda que en 1948, cuando publicó  su Adán Buenosayres, las múltiples críticas a Leopoldo Marechal se podían reducir a dos grandes acusaciones: la primera es la de plagiar al Ulises de Joyce; y la segunda consistía en deplorar los excesos escatológicos e incluso “coprológicos” de la novela.

En el número 69 de la revista Sur, en noviembre de 1948, Eduardo González Lanuza -que entre paréntesis supo componer poemas boludos de pollos y pavos- , escribió lo siguiente: “Imaginad, si podéis, el Ulises escrito por el Padre Coloma  y abundantemente salpimentado de estiércol, y tendréis una idea bastante acabada del libro”.

La referencia al cura obedece a la acusación de “chupacirios” o de “beato”, porque como sabrán, Don Marechal era católico. 

Emir Rodríguez Monegal, por su parte, aseveró: “En cuanto a las inmundicias con que cubre casi todas las páginas de su novela, sólo repiten con pueril fruición, las más fatigadas del idioma, esas que decoran las letrinas del orbe hispánico…”. 

Mi estimadísimo Gamerro da en el clavo cuando dice que acusar a alguien de imitar el Ulises de Joyce y de abundar en obscenidades es como acusarlo por ser de Boca y venerar la azul y oro. Una vez más vemos la actitud “tilinga” del crítico que le prohíbe al argentino lo que le permiten al irlandés. Algo similar sugirió Roberto Arlt en el prólogo a Los Lanzallamas:


“Variando, otras personas se escandalizan de la brutalidad con que expreso ciertas situaciones perfectamente naturales a las relaciones entre ambos sexos. Después, estas mismas columnas de la sociedad me han hablado de James Joyce, poniendo los ojos en blanco”.

Haciendo caso omiso de la justicia o injusticia de tales acusaciones, lo que uno intenta responder es: ¿a qué viene tanto ensañamiento? La respuesta, mis amigos, no está soplando en el viento sino que me parece bastante clara: al apoyo político de Marechal al peronismo.

Porque, ¡no jodamos! Escribir un proyecto de obra en la cual  los personajes tendrán rasgos semejantes a los de sus amigos o compañeros de Sur es una idea casi infantil, juguetona, y no demuestra “mala leche” contra nadie. 

A esta altura del partido (6 minutos del segundo tiempo) ya sabrás, mi estimada Troska, que Luis Pereda es Borges, Bernini es Scalabrini Ortiz, Xul Solar es Schultze… Nos parece que “una mano fofa de molusco le tocó la espalda: era el hombre fortachón y bamboleante como un jabalí ciego” no es un insulto a Borges ni una injuria irreparable, sino un juego de escritor-niño-juguetón-copado-total-lo-bancamos-a-morir. 



Tal vez la única persona que verdaderamente sale mal parada sea Victoria Ocampo, a quien Marechal acusa de esnob pero además de un poco putarraca, porque se acostaba y/o seducía y/o coqueteaba con los autores extranjeros y famosos que venían a Buenos Aires gracias a su invitación. Es cierto que no lo dice con palabras tan directas, pero hay una mezcla de mojigatería, chovinismo y misoginia en sus críticas. Hoy en día es sencillo decir, ¿por qué un tipo que está con varias mujeres es un “ganador” mientras que la misma conducta en una mina es considerada inmoral? Qué se yo, estamos en 1948. Ahora por suerte las mujeres han logrado la preciada igualdad (?). 

Anyway, lo concreto es que muchas veces, la diferencia entre una cargada amistosa y una ofenda mortal se debe, como bien acota Gamerro, a la relación entre las partes: perdonamos, entre risas, cargadas a amigos que puestas en boca de alguien que nos cae antipático pueden derivar en trompadas, en juicios e incluso en tiros. Lo que no se bancaban varios de los muchachos de Sur  es que un tipo que se hizo un “peronista inmundo”, encima les tomara el pelo.

Años más tarde, en “Las claves de Adán Buenosayres”, Marechal rememora:

“Al escribir Adán Buenosayres me sentía, con obstinada juventud, en el mismo clima intelectual y temperamental de nuestra revolución literaria. Más tarde, buscando una explicación a la hostilidad o hielo de mis camaradas frente al Adán Buenosayres, advertí con tristeza que habían envejecido; su graciosa desenvoltura se había trocado en la “Solemnidad” literaria que tanto nos hiciera reír en nuestros antecesores de la pluma”.

Según Gamerro, Marechal excluye de esta acusación a Xul Solar, Scalabrini Ortiz y Oliverio Girondo.

Pero no se trata de entrar en la cíclica batalla entre “peronistas y gorilas”, dado que a Marechal no le fue mucho mejor con los suyos. Como él mismo confiesa:

“El movimiento me ignoró. Y lo justifico, porque estaba sobre todo preocupado por solucionar problemas económicos más perentorios. No creo, desde luego, que se deba hacer eso; una revolución  debe solucionar todos los problemas paralelamente. Y se produjo un hecho muy curioso: la intelectualidad argentina, antiperonista en su mayoría, y que me conocía bien, personalmente, me excluyó de su seno. Por otro lado, los peronistas prácticamente ignoraron mi existencia: ponían el acento sobre los aspectos populistas de la cultura”.

Y cuando se acordaban del pobre Leopoldo, era todavía peor. Gamerro cita una revista peronista en cuyo número 61, allá por 1950, lo felicitan por “haber realizado una feliz incursión por la novela en 1948 con Galván Buenosaires (sic)”. En eso los peronistas no fueron nada sectarios: ninguneaban por igual a intelectuales oficiales y opositores.

Como se sabe, los populismos no suelen darle mucha pelota a los intelectuales. ¿Y la derecha argentina? La derecha argentina, en cambio, suele tener entre sus filas a intelectuales bastante pelotudos.

Uno de los pocos escritores que defendió la novela de Marechal fue Julio Cortázar, quien publicó un artículo para la revista Realidad en 1949, donde afirmó que “la aparición de este libro me parece un acontecimiento extraordinario en las letras argentinas”. Cortázar elogia los muchos méritos de la novela de modo entusiasta, y señala muy pocos errores y defectos, siempre de forma respetuosa y honesta.

Si leen las cartas de Cortázar, notarán que siempre habla bien de Marechal, aunque se nota que un poco le dolió que el autor de Megafón o la guerra no le agradeciera el gesto en su momento sino muchos años después. Cabe recordar que Cortázar recibió amenazas e insultos telefónicos por esa simple reseña elogiosa. Y es que "la grieta" en la Argentina viene de muchos años, no es un invento de Jorge Sanata ni "seisieterrocho".

Respecto del peronismo, unos amigos decían algo sobre el antikirchnerismo emocional que puede aplicarse muy bien a lo que debe haber pasado en aquel tiempo:

"El paradigma antikirchnerista, el mínimo común denominador al que suscriben tanto la Mentalista como Ricardito, Pino o De Narváez, sostiene que todos los aciertos del oficialismo eran inevitables mientras que sus errores fueron intencionales.

Se suele comparar al kirchnerismo en particular y al peronismo en general, con absolutos, con sistemas de tubo de ensayo (una muy buena expresión del gran Jorge Katz), con intenciones, con fantasías y vapores varios, pero por alguna extraña razón, nunca con otras realidades. Ya sean locales o planetarias.

Es una vieja tradición argentina, confundir las limitaciones de la condición humana con las intenciones peronistas. El peronismo, bajo esa luz impiadosa, inventó la ambición, el ansia y las luchas de poder, el verticalismo, las bolsas de gatos, el discurso hegemónico, las crisis de sucesión. Hasta el ´45, esas patologías no formaban parte de nuestra sociedad mansa y respetuosa, que resolvía sus conflictos con la civilidad de un cantón suizo".

Sé que algunos de ustedes no me va a creer, pero les juro por Carlitos Tevez y Juan Román Riquelme que no soy peronista. Si no me quieren creer no me crean.

Bueno queridísima Troska, tenía pensado agregar algo más sobre las relaciones entre la obra de Marechal y la de James Joyce, pero me aburrí de escribir y en la tele están dando un documental de canarios. Te mando un gran abrazo y te dejo en paz. Te cuento que, por suerte, mi tero está mucho mejor de su patita derecha.


Saludos cordiales,

Rodrigo

martes, 6 de diciembre de 2016

NO SOY NADA. NUNCA SERÉ NADA... HABLA FOGWILL Y HABLA PESSOA

En una entrevista titulada Diálogos en campo enemigo, Enrique Fogwill citaba a Pessoa: "Viví, creí y hasta creé/ tengo apretado en mi pecho más humanidad que hasta la que el propio Cristo imaginó/ he concebido en mi cabeza más esquemas filosóficos de lo que Kant pudo calcular/ he conquistado en sueños más tierras que las del propio Napoleón/ y sin embargo, soy siempre el de la piecita/ voy a seguir siempre siendo eso/ el que tenía condiciones/ el que no nació para eso, pero ahora voy a escribir estos versos para probar que soy sublime". Y luego, el amigo Quique agregaba: 

"Tabaquería de Pessoa tiene más material para la reflexión social que toda la obra de todos los colaboradores de Nueva Sociedad y todos los bestseller del nuevo pensamiento político soft" (...) Tabaquería es un tratado sobre la constitución del sujeto consumidor".

Los dejo con el hermosísimo poema de Pessoa:




Tabaquería



No soy nada.
Nunca seré nada.
No puedo querer ser nada.
Aparte de eso, tengo en mí todos los sueños del mundo.

Ventanas de mi cuarto,
De mi cuarto de uno de los millones del mundo que
         nadie sabe quién es
(Y si supieran quién es, ¿qué sabrían?),
Dais hacia el misterio de una calle cruzada
         constantemente por gente,
Hacia una calle inaccesible a todos los pensamientos,
Real, imposiblemente real, cierta, desconocidamente
         cierta,
Con el misterio de las cosas debajo de las piedras y de
los seres,
Con la muerte poniendo humedad en las paredes y
         cabellos blancos en los hombres,
Con el Destino conduciendo el carro de todo por el
         camino de nada.

Estoy vencido hoy, como si supiese la verdad.
Estoy lúcido hoy, como si estuviese por morir,
Y no tuviese más hermandad con las cosas
Que una despedida, volviéndose esta casa y este lado de
         la calle
La hilera de vagones de un tren, y un silbato de partida
Dentro de mi cabeza,
Y una sacudida de mis nervios y un crujir de huesos al
         salir.

Estoy perplejo hoy, como quien pensó y halló y olvidó.
Estoy dividido hoy entre la lealtad que debo
A la Tabaquería del otro lado de la calle, como cosa real
         por fuera,
Y a la sensación de que todo es sueño, como cosa real
         por dentro.

Fracasé en todo.
Como no tuve ningún propósito, tal vez todo fuese nada.
La enseñanza que me dieron,
Descendí de ella por la ventana de detrás de la casa.
Fui hasta el campo con grandes propósitos.
Pero allí encontré sólo hierbas y árboles.
Y cuando había gente era igual a la otra.
Salgo de la ventana , me siento en una silla. ¿En qué he de
         pensar?
¿Qué sé yo del que seré, yo que no sé lo que soy?
¿Ser lo que pienso? ¡Pero pienso ser tantas cosas!
¡Y hay tantos que piensan ser lo mismo que no puede
         haber tantos!
¿Genio? En este momento
Cien mil cerebros se conciben en sueños genios como yo,
Y la historia no señalará, ¿quién sabe? , ni uno,
Ni habrá sino estiércol de tantas conquistas futuras.
No, no creo en mí...
¡En todos los manicomios hay locos pensativos con tantas
         certezas!
¿Yo, que no tengo ninguna certeza, soy más cierto o
         menos cierto?
No, ni en mí…
¿En cuántas bohardillas y no-bohardillas del mundo
no hay a esta hora genios-para-sí-mismos soñando?
¿Cuántas aspiraciones altas y nobles y lúcidas,
Sí, verdaderamente altas y nobles y lúcidas,
Y hasta realizables,
Nunca verán la luz del sol real ni hallarán oídos de gente?
El mundo es para quien nace para conquistarlo
Y no para quien sueña que puede conquistarlo, aunque
         tenga razón.
He soñado más que Napoleón.
He apretado a un pecho hipotético más humanidades que
         Cristo,
He hecho filosofías en secreto que ningún Kant ha escrito.
Pero soy, y tal vez seré siempre, el de la bohardilla,
Aunque no viva en ella;
Seré siempre el que no nació para eso;
Seré siempre sólo el que tenía cualidades;
Seré siempre el que esperó que le abriesen la puerta al pie
         de una pared sin puerta
Y cantó la canción del Infinito en un gallinero,
Y oyó la voz de Dios en un pozo tapado.
¿Creer en mí? No, ni en nada.
Derrámame la Naturaleza sobre la cabeza ardiente
Su sol, su lluvia, el viento que me busca el cabello,
Y el resto que venga si viniere, o tuviera que venir, o no
         venga.
Esclavos cardíacos de las estrellas,
Conquistamos el mundo entero antes de levantarnos de la
         cama;
Pero despertamos y es opaco,
Nos levantamos y es ajeno,
Salimos de casa y es la tierra entera,
Más el sistema solar y la Vía Láctea y lo Indefinido.

(¡Come chocolates, pequeña;
¡Come chocolates!
Mira que no hay más metafísica en el mundo que los
         chocolates
Mira que las religiones todas no enseñan más que la
         confitería.
¡Come, pequeña sucia, come!
¡Pudiese comer chocolates con la misma verdad con que
tú los comes!
Pero yo pienso, y al tirar papel de plata, que es hoja de
         estaño
Echo todo al suelo, como he echado la vida.)

Pero al menos queda la amargura de lo que nunca seré
La caligrafía rápida de estos versos,
Pórtico partido para lo Imposible.
Pero al menos me consagro a mí mismo un desprecio
         sin lágrimas,
Noble al menos en el amplio ademán con que arrojo
La ropa sucia que soy, sin orden, para el decurso de las
         cosas,
Y quedo en casa sin camisa.

 (Tú, que consuelas, que no existes y por eso consuelas,
O diosa griega, concebida como estatua que fuese viva,
O patricia romana, imposiblemente noble y nefasta,
O princesa de trovadores, gentilísima y colorida,
O marquesa del siglo dieciocho, escotada y distante,
O cocotte célebre del tiempo de nuestros padres,
O no sé qué moderno- no concibo bien qué- ,
Todo esto, sea lo que fuere, que seas, ¡si puede inspirar,
que inspire!
Mi corazón es un cubo vaciado.
Como los que invocan espíritus me invoco
A mí mismo y no encuentro nada.
Llego a la ventana y veo la calle con una nitidez absoluta.
Veo las tiendas, veo los paseos, veo los carros que pasan,
Veo los entes vivos vestidos que se cruzan,
Veo los perros que también existen,
Y todo esto me pesa como una condena al destierro,
Y todo esto me es extraño, como todo.)

Viví, estudié, amé, y hasta creí,
Y hoy no hay mendigo a quien no envidie sólo por no
ser yo.
Le miro a cada uno los andrajos y las llagas y la mentira,
Y pienso: tal vez nunca vivieses ni estudiases ni amases ni creyeses
(Porque es posible hacer la realidad de todo eso sin hacer
nada de eso);
Tal vez hayas existido apenas, como un lagarto a quien le
cortan la cola
Y que es cola para acá del lagarto revolviéndose.

Hice de mí lo que no supe,
Y lo que podía hacer de mí no lo hice.
El disfraz que vestí era equivocado.
Me tomaron luego por quien no era y no desmentí, y me
perdí.
Cuando quise quitarme la máscara,
Estaba pegada a la cara.
Cuando la tiré y me vi en el espejo,
Ya había envejecido.
Estaba ebrio, ya no sabía vestir el disfraz que no había
         tirado.
Acosté fuera a la máscara y dormí en el guardarropas
Por ser inofensivo
Y voy a escribir esta historia para probar que soy sublime.

Esencia musical de mis versos inútiles,
Quién me diera encontrarte como algo que yo hiciese,
Y no quedase siempre enfrente de la Tabaquería de
         enfrente,
Pisando bajo los pies la conciencia de estar existiendo,
Como un tapete en que un ebrio tropieza
O una espuerta que los gitanos robaron y no valía nada.

Pero el Dueño de la Tabaquería llegó a la puerta y se
quedó en la puerta.
Lo miro con la incomodidad de la cabeza mal doblada
Y con la incomodidad del alma malentendiendo.
Él morirá y yo moriré.
Él dejará el letrero, y yo dejaré versos.
A cierta altura morirá el letrero también, y los versos
también.
Después de cierta altura morirá la calle donde estuvo el
         letrero,
Y la lengua en que fueron escritos los versos.
Morirá después el planeta girador en que todo esto se dio.
En otros satélites de otros sistemas cualquier cosa como
         gente
Continuará haciendo cosas como versos y viviendo
debajo de cosas como letreros,
Siempre una cosa enfrente de la otra,
Siempre una cosa tan inútil como la otra,
Siempre lo imposible tan estúpido como lo real,
Siempre el misterio del fondo tan cierto como el sueño
         de misterio de la superficie,
Siempre esto o siempre otra cosa o ni una cosa ni otra.

Pero un hombre entró en la Tabaquería (¿para comprar
         tabaco?),
Y la realidad plausible cae de repente sobre mí.
Me yergo a medias enérgico, convencido, humano,
Y voy a intentar escribir estos versos en que digo lo
         contrario.
Enciendo un cigarro al pensar en escribirlos
Y saboreo en el cigarro la liberación de todos los
         pensamientos.
Sigo el humo como una ruta propia,
Y gozo, en un momento sensitivo y competente,
La liberación de todas las especulaciones
Y la conciencia de que la metafísica es una consecuencia
         de estar indispuesto.
Después me echo para atrás en la silla
Y continúo fumando.
Mientras el Destino me lo conceda, continuaré fumando.

(Si yo me casase con la hija de mi lavandera
Tal vez fuese feliz.)
Visto esto, me levanto de la silla. Voy a la ventana.

El hombre salió de la Tabaquería (¿metiendo el cambio
         en el bolsillo de los pantalones?).
Ah, lo conozco: es Esteves, sin metafísica.
(El Dueño de la Tabaquería llegó a la puerta.)
Como un instinto divino Esteves se volvió y me vio,
Me dijo adiós, le grité ¡Adiós, Esteves!, y el universo
Se reconstruyó sin ideal ni esperanza, y el Dueño de la
         Tabaquería sonrió.

domingo, 4 de diciembre de 2016

sábado, 3 de diciembre de 2016

EL INTELECTUAL PELOTUDO

‎”¡Qué pelotudo! Pe-lo-tu-do”: la punta de la lengua emprende un viaje de cuatro pasos desde el borde de los labios para apoyarse, en el cuarto, en el borde de los dientes. ¿Cómo puede existir un “intelectual” tan pelotudo como Alejandro Rozitchner?

Hoy le hicieron una entrevista en La Nación. No puede negarse que el tipo no teme ejercer la honestidad brutal:

“Desde hace muchos años formo parte de un equipo en el que participan muchas personas como Mauricio, Marcos (Peña), Avelluto, Hernán Iglesias, etc. Participo en distintas reuniones pero nunca sé exactamente cuál es mi aporte. En algunos casos resulta más claro, como cuando inventamos con Marcos los tres valores del Pro. Es como un negocio familiar donde no sabés exactamente qué hacés, pero está tu pedacito”.

¿Cómo habrá sido el momento en que inventaron con Marcos los tres valores del Pro? ¿Se tomaron un café, se sentaron a fumarse un porro y mirar el mar? ¿Habrán sido ellos dos solos o fue un brainstorming entre varios hippies con OSDE?

El periodista le pregunta por el “valor agregado” que aporta al actual gobierno, y Ale contesta:

“Te diría que por un lado sería la informalidad. Yo tengo una visión hippie, vengo del rock, la marihuana, mi formación es filosófica pero después muy rockera y muy marihuanera y por eso al principio me sorprendió que sea tan fácil el trato con Mauricio, que venía de la ingeniería, el deporte y la empresa”.

Afortunadamente para nosotros los argentinos, Ale ya viene realizando una tarea encomiable con sus “talleres del entusiasmo”, donde uno imagina a líderes de grandes empresas o emprendedores de clase media yendo a que el filósofo les trate de decir lo que tienen ganas de escuchar pero con alguna cita filosófica entremezclada: “no se sientan víctimas, traten de acallar la voz molesta de Pepe Grillo y dedíquense a ganar guita a lo loco sin importar cuando es nunca que la van a pasar mejor. Nietzsche decía que...”

El típico discurso de la derecha toy, que repite una y otra vez que “la izquierda” –una bolsa medio difusa donde meten todo lo que les molesta- es puro verso, un grupo de quejosos resentidos que critican y no hacen, y frases así por el estilo. Una suerte de relato que podríamos tildar de “Nietzsche for dummies”.

No se confundan, en lo personal creo que la alegría y el entusiasmo son valores positivos, lo que no significa que asemeje “autoestima” con “egoísmo”.

Hace unos días veía nuevamente una entrevista que le hicieron a Vanesa Orieta, la hermana de Luciano Arruga, el adolescente asesinado por la mafia policial. Pienso en los jóvenes que luchan cada día a brazo partido por un país más justo, ¿necesitarán participar de los “talleres del entusiasmo”?



Estimo que Alejandro Rozitchner debe ser un buen tipo, un buen amigo de sus amigos, e incluso se trata de alguien que fuera querido y respetado por Luis Alberto Spinetta, nada menos. Les juro que no tengo nada contra él como persona sino como  figura de "intelectual".

¡Sean felices!

Rodrigo