martes, 26 de mayo de 2015

UN FRAGMENTO DE DAVID FOSTER WALLACE

Tenía ganas de compartir el fragmento de una muy buena entrevista que Larry McCaferry le hiciera al escritor estadounidense David Foster Wallace en 1993. Acá la pueden leer completa. Ahora sí, ahí les va (en castellano primero, y en el original inglés luego):

"Tuve un profesor que me gustaba que solía decir que la tarea de la mejor narrativa era relajar al inquieto e inquietar al relajado. Creo que gran parte del propósito de la ficción seria es la proporcionar al lector, quien como todos nosotros es una especie de náufrago en su propio cráneo, un acceso imaginativo a otros yos. Dado que sufrir forma parte ineludible de tener un yo humano, los humanos se acercan al arte en alguna medida para experimentar el sufrimiento, necesariamente como experiencia vicaria, más bien como una especie de generalización del sufrimiento. ¿Me explico? En el mundo real, todos sufrimos en soledad; la empatía verdadera es imposible. Pero si una obra de ficción nos permite de forma imaginaria indentificarnos con el dolor de los personajes, entonces también podríamos concebir que otros se identificaran con el nuestro. Esto es reconfortante, liberador; hace que nos sintamos menos solos. Podría ser así de simple. Sin embargo observamos que la televisión y el cine popular y la mayoría de los tipos de "baja" cultura -lo cual simplemente quiere decir arte cuyo objetivo fundamental es ganar dinero- son lucrativos precisamente porque asumen que el público prefiere placer al 100 por 100 a una realidad que suele componerse de un 49 por ciento de placer y un 51 por ciento de dolor. En tanto que el arte "serio", que no se dirige principalmente a sacarte el dinero, tiende a hacer que te sientas incómodo, o te empuja a esforzarte para acceder a su disfrute, del mismo modo que en la vida real el placer es consecuencia del esfuerzo y de la incomodidad. Por tanto es difícil que el público, especialmente el joven que ha sido educado para esperar que el arte sea 100 por cien placentero y para recibir ese placer sin esfuerzo, lea y aprecie la narrativa seria. Eso no es bueno. El problema no es que el lector de hoy sea tonto, no lo creo. Simplemente se trata de que la televisión y la cultura comercial le han enseñado a ser una especie de vago e infantil en lo que respecta a sus expectativas. Esto hace que intentar llamar la atención de los lectores de hoy implique una dificultar imaginativa e intelectual sin precedentes".(David Foster Wallace)

"DFW: I had a teacher I liked who used to say good fiction’s job was to comfort the disturbed and disturb the comfortable. I guess a big part of serious fiction’s purpose is to give the reader, who like all of us is sort of marooned in her own skull, to give her imaginative access to other selves. Since an ineluctable part of being a human self is suffering, part of what we humans come to art for is an experience of suffering, necessarily a vicarious experience, more like a sort of “generalization” of suffering. Does this make sense? We all suffer alone in the real world; true empathy’s impossible. But if a piece of fiction can allow us imaginatively to identify with a character’s pain, we might then also more easily conceive of others identifying with our own. This is nourishing, redemptive; we become less alone inside. It might just be that simple. But now realize that TV and popular film and most kinds of “low” art—which just means art whose primary aim is to make money—is lucrative precisely because it recognizes that audiences prefer 100 percent pleasure to the reality that tends to be 49 percent pleasure and 51 percent pain. Whereas “serious” art, which is not primarily about getting money out of you, is more apt to make you uncomfortable, or to force you to work hard to access its pleasures, the same way that in real life true pleasure is usually a by-product of hard work and discomfort. So it’s hard for an art audience, especially a young one that’s been raised to expect art to be 100 percent pleasurable and to make that pleasure effortless, to read and appreciate serious fiction. That’s not good. The problem isn’t that today’s readership is “dumb,” I don’t think. Just that TV and the commercial-art culture’s trained it to be sort of lazy and childish in its expectations. But it makes trying to engage today’s readers both imaginatively and intellectually unprecedentedly hard"

jueves, 21 de mayo de 2015

LA MÚSICA Y LA MEMORIA

Marcel Proust nos enseñó que los recuerdos que más nos emocionan son, tal vez, los motivados por gustos u olores, porque al estar rodeados de abismos de olvido debemos oler el mismo olor para recordar una fragancia que parecía olvidada, y hay que sentir el mismo gusto para recordar un sabor. En cambio, si una canción te apasiona lo suficiente como para que te acompañe en las diversas etapas de tu vida, el uso va borrando los recuerdos específicos y se transforma en un clásico. ¿Cuántas veces escuchamos el tema "Something" de The Beatles, o "Muchacha ojos de papel" de Almendra? Posiblemente muchos no recuerden cuándo fue la primera vez que escucharon una canción que al tiempo se volvió "clásica". 

En el otro extremo, hay canciones espantosas -o no tanto- que nos remiten a un momento particular del pasado: puede ser un jingle publicitario, una cortina televisiva o una canción que sonaba constantemente en la radio porque estaba de moda.


Como ha escrito Nick Hornby en un libro muy entretenido, titulado 31 songs: "lo único que se  puede deducir de la gente que dice que el disco favorito de toda su vida les recuerda su luna de miel en Córcega, o al chihuaha de la familia, es que en realidad no les gusta demasiado la música".

jueves, 14 de mayo de 2015

ACERCA DE LA EXPERIENCIA, DEL DÍA DE LA MARMOTA O VAYA UNO A SABER DE QUÉ

No coincido con quienes afirman no arrepentirse de nada; yo en cambio me arrepiento de cosas que pude haber hecho y no hice, y de cosas que hice y pude haber hecho mejor. ¿Para qué entonces acumular experiencia? ¿Para mirar a Tinelli? ¿Para envejecer en un geriátrico con la pantalla de TN de fondo? En "Groundhog day", el personaje de Bill Murray está condenado a vivir el mismo día una y otra vez, hasta que empieza a "acumular experiencia" para hacer que cada día sea distinto. ¿Qué vuelve distinta la sucesión de los días? Tal vez el humor y el amor. El proceso de degradación del organismo es irreversible una vez comenzado, con lo cual no necesariamente los años nos harán más sabios, lo seguro es que nos volverán más feos y tal vez más malos. Quiero decir: de nosotros depende tratar de volvernos más sabios y más serenos. Hay que dar batalla (y no me refiero a anotarse en un gimnasio). Los seres humanos estamos condenados de antemano a la derrota, a la derrota sin apelaciones. Hay que dar la pelea sin dar ni pedir cuartel, porque además sabemos que pedir cuartel es inútil. A lo máximo que podemos aspirar es a morir como valientes, y no mucho más que eso.



martes, 12 de mayo de 2015

YO SOY UN HOMBRE BUENO, LO QUE PASA ES QUE ME ESTOY VINIENDO VIEJO

Síntomas inequívocos de que estás viejo: 1) los fines de semana te levantás, por pura inercia, más o menos a la misma hora que de lunes a viernes para ir al laburo; 2) si de milagro te encontrás en una fiesta, inmediatamente te entran irreprimibles deseos de que bajen la música, e incluso te tienta la idea de convertirte en el DJ, porque lo que está sonando te parece una reverenda mierda; 3) tu concepto acerca de lo que implica "pasarla bien" se relaciona menos con interactuar con los supuestos "divertidos" que con criticarlos; 4) te parece que quienes se divierten lo hacen no en virtud de un conocimiento secreto que a vos te está vedado, sino que te dejás llevar por el prejuicio de que están fingiendo una alegría que en rigor no están sintiendo; 5) Netflix y un cortado te parecen más atractivos que ir al mejor bar.

domingo, 10 de mayo de 2015

ROBERTO BOLAÑO Y LA LITERATURA

"La literatura se parece mucho a las peleas de los samuráis, pero un samurái no pelea contra otro samurái: pelea contra un monstruo. Generalmente sabe, además, que va a ser derrotado. Tener el valor, sabiendo previamente que vas a ser derrotado, y salir a pelear: eso es la literatura".

Lo que está diciendo es que la literatura auténtica tiene que alejarse del afán de respetabilidad como si se tratara de una enfermedad grave y contagiosa. 

"¿A qué inmortalidad postulan? Imbéciles, si se va a acabar el sol, se va a acabar Shakespeare, se va a acabar Cervantes. Y qué ignorancia con respecto a la literatura. ¿Cuántos escritores que estaban activos en 1910 son recordados ahora? Uno o dos, o lo más probable ninguno. La literatura es como esos lugares donde meten a las reses para matarlas: casi ninguna sale viva (...) Yo soy lector, yo conozco la historia de la literatura. Por regla general, por estadística, de una muy buena generación no perviven más de dos o tres escritores. Ésa es la cruel realidad". 

El problema es que la mayoría de los escritores escriben por afán de prestigio, o tal vez por miedo a tener que laburar en un trabajo gris y anodino, con un jefe que los tenga cagando por un sueldo de mierda.