jueves, 1 de agosto de 2019

LA PERCEPCIÓN DEL NEOLIBERALISMO COMO LA ÚNICA ALTERNATIVA

Antes que nada es importante poner en claro que deploro el uso del término “neoliberalismo” como excusa para ejercer la pereza mental o como término comodín para explicarlo todo: no quiero parecerme a energúmenos provocadores como Fernando Iglesias, para quien conceptos tales como “peronismo”, “populismo” o “kirchnerismo” son chivos expiatorios para depositar todas sus miserias o explicar el origen del universo, la estructura económica del cosmos, la historia económica y social de la argentina, los enemigos de la democracia y la razón por la cual una mina nos clavó el visto por Whatsapp.

Uno de los problemas que encuentro en el discurso neoliberal es su tendencia a percibirse como “la única alternativa racional”, y por tanto sustraer sus postulados al debate democrático o científico. Si uno concibe su cosmovisión como una posible entre otras, eso lo lleva a debatir y enriquecerse con la mirada ajena y el intercambio de argumentos: no es el caso de muchos neoliberales que conozco, para quienes el libre mercado es una especie de religión que no puede ser cuestionada. ¿Nunca escucharon respuestas pelotudas del tipo “andáte a Cuba” y/o “¿qué querés, vivir como en Venezuela?” y/o “no seas marxista” toda vez que objetaron algún dogma neoliberal?

De ahí que no me parezca casual que tantos “neoliberales” sean impermeables al debate: se puede ver en ésta interrupción a los gritos del fundamentalista neoliberal Germán Fermo hacia otro economista con ideas distintas a las suyas. Otro ejemplo de neoliberal, aunque él se defina como “libertario anarcocapitalista” o algo así, es el payaso mediático Javier Milei. En éste blog español leí un artículo respecto de Milei con el que coincido bastante.

No está de más recordar que “capitalismo” y “neoliberalismo” no son sinónimos: de hecho el mismo Keynes, Joseph Stiglitz, Paul Krugman y tantos otros economistas prestigiosos no son “neoliberales” y sin embargo creen en las bondades del capitalismo, sólo que sostienen -a mi juicio con total razón- que el sistema capitalista debe someterse a regulaciones y controles democráticos.


Retomando, la hegemonía neoliberal termina por achicar los horizontes, evitando que la sociedad civil pueda imaginarse modos de vida alternativos. El neoliberalismo terminó siendo una suerte de “revolución conservadora” en la que ya no se apela -como hacía el conservadurismo de otros tiempos- a un pasado idealizado, arcaico, o a la exaltación de la tierra y la sangre sino a un supuesto “progreso”, a la ciencia, a la razón, y todo para justificar el desplazamiento del pensamiento y la acción progresista.

Como diría el sociólogo francés Pierre Bourdieu, “es una doctrina coreada en todo el mundo por políticos y altos funcionarios nacionales e internacionales pero muy especialmente por grandes periodistas, casi todos indoctos en la teología matemática fundamental que se transforma en una suerte de creencia universal, un nuevo evangelio ecuménico. Este evangelio, o mejor dicho la difusa Vulgata que nos proponen bajo el nombre de liberalismo, está compuesta por un conjunto de palabras mal definidas –“globalización”, “flexibilidad”, “desregulación”, etc.- que gracias a sus connotaciones liberales o libertarias pueden ayudar a darle una fachada de libertad y liberación a una ideología conservadora que se presenta como contraria a toda ideología”.

De hecho, siguiendo a Bourdieu, esta filosofía no conoce ni reconoce otro fin que no sea la creación incesante de riquezas y, apenas disfrazada, su concentración en manos de una pequeña minoría de privilegiados; conduce por lo tanto a combatir por todos los medios –incluido el sacrificio de los seres humanos y la destrucción del medio ambiente- cualquier obstáculo contra la maximización incesante del beneficio.

Reducir la democracia a votar cada dos, cuatro o seis años y luego dedicarse casi exclusivamente a ganar guita y a consumir es empobrecedor. A menudo uno tiene la impresión de que nuestros regímenes de gobierno suelen parecerse más a “oligarquías liberales” que a sociedades democráticas. La mayoría de la población no participa activamente en política, porque votar cada tanto sobre problemas que no se conocen y que el sistema hace todo lo posible porque no se conozcan es demasiado poco para considerarse auténticamente democrático. Etimológicamente, vivir en una república, res publica, remite a lo que los griegos llamaban "politeia" -algo así como el buen gobierno de la cosa pública-, estar interesados activamente en los asuntos comunes. Una sociedad no puede, NI ES DESEABLE QUE TRATE DE HACERLO,  volver a la gente igual en el sentido de que todos los hombres corran 100 metros en menos de 10 segundos o toquen admirablemente una sonata de Beethoven al piano, pero puede crear instituciones que favorezcan su participación efectiva en todo poder instituido. La pasión por los objetos de consumo debe reemplazarse o subordinarse a la pasión por los asuntos comunes. Está claro que para participar, la gente debe tener la certeza, verificada con relativa constancia, de que entre su participación y su abstención hay una diferencia. Los elementos de libertad que forman parte de las diversas sociedades no son una dádiva de las clases dominantes. Los elementos liberales de las instituciones contemporáneas, como bien recuerda Cornelius Castoriadis y tantos otros, son los sedimentos de las luchas populares desde hace siglos, luchas para obtener un relativo autogobierno. 

Es la retirada de los pueblos de la esfera política, la desaparición del conflicto político y social por una suerte de semi-adhesión blanda a los postulados de la hegemonía neoliberal la que ayuda a que la oligarquía económica, política y mediática escape a cualquier control o regulación democráticas, favoreciendo o acostumbrando a la población a la corrupción y el egoísmo de sus élites.


Esa concepción individualista que ayuda a difundir la influencia del discurso neoliberal hace que los políticos sean percibidos o como una suerte de parásitos “que viven de nuestros impuestos” o como personas que nos tienen que dar cosas, como si fueran una máquina expendedora de bebidas cola. El individualismo extremo desemboca en la depresión, los ansiolíticos, la proliferación interminable de terapias psicoanalíticas o terapias alternativas o libros de autoayuda. Como leí por ahí: LA AUTOAYUDA COLECTIVA SE LLAMA POLÍTICA.

La saturación de la información nos vuelve seres amnésicos, sin memoria histórica o sin vínculos con la tradición a la hora de buscar razones valederas para enojarnos o para comprender que nuestro modo de vida es contingente y por tanto puede ser mejorado por la intervención humana. 

Cualquiera que intente hablar de política con sus compañeros de trabajo, amigos o conocidos, se encontrará con una resistencia muy grande: o te dicen que sos un fanático, o tratan de mandarte chistes pelotudos por WhatsApp, o cambian de tema. No se trata de ser un amargado ni mucho menos: se puede hacer política con alegría. También es cierto que uno tiene que ser más inteligente para saber cuándo y cómo hablar de algunos temas.


Tengo ganas de seguirla pero por hoy ya creo que fue suficiente y hace un sol hermoso. Sean felices,


Rodrigo

Post Scriptum: todavía me falta hacer un recorrido histórico más preciso sobre el término "neoliberalismo". Ahora no tengo tiempo pero si quieren leer algo que está escrito de modo bastante ameno pueden clickear acá, donde hay varios artículos de un tal José María Gallardo, un español cuyo punto de vista y su abordaje de la economía es bastante enriquecedor, más allá de su estilo vanidoso y provocador. 

10 comentarios:

  1. Buen texto, la politica parece interesarle sólo a una minoría intensa, con mucha gente con la que intentas hablar te devuelve memes. Estamos cada vez más solos estando cada vez más conectados.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por leer! Hace poco retomé este blog porque ya no tengo ganas ni tiempo de ir abriendo otras páginas web. Lo de la proliferación de memes es algo muy de época, que afecta incluso a páginas de "filosofía y letras", donde se supondría que tendría que haber mayor contenido argumentativo. Eso no quita que haya memes muy ingeniosas y que uno también las use y las disfrute. Lo que me molesta es cuando la pelotudez excesiva suplanta al debate razonado, aunque motive discusiones subidas de tono. No me preocupan tanto las "formas civilizadas" sino la proliferación de gansadas que obran al servicio de intereses que no son los del pueblo trabajador.
      Saludos!

      Borrar
  2. También deploro el uso de términos comodín como sustituto del pensamiento. En tal acuerdo me permito polemizar con vos.
    El neoliberalismo usa del concepto de unica alternativa racional tanto como el marxismo declaraba ser científico.
    Ser racional es una herramienta dialética usada por todos todo el tiempo, ya que así se descalifica al oponente como irracional, subnormal o incluso no humano: Véase Scalabrini Ortiz recomendando desconfiar de los economistas que dicen que las cosas son complicadas, o a los proponentes de la prohibición del consumo y venta de estupefacientes con el argumento de que el hombre “en forma natural” no consume Marihuana.
    Fermo y Milei son showmen, y necesitan ser visibles para hacer su día. Es como reprochar a un cientista político de que cite a alguna vaca sagrada en sus escritos: están hablando a su público, ya sea éste un set de televisión, o el comité de aceptación de un paper.
    Los neolibs declaran que su prédica al fin llegará a las masas, si gritan lo suficiente. Los marxistas creen en la revolución del proletariado liberará a las clases obreras. Todo aquel que cree en la acción política con un fin teleológico lo plantea como el todo.
    La hegemonía neoliberal ¿Debe entenderse en qué sentido? Convengamos que culturalmente es minoritaria, sus proponentes son denostados y sus propuestas de acción política ignoradas. Acepto que pueden ser vistos como un angostamiento de horizontes, que eso hacen todas las utopías: destacan un camino posible y al hacerlo oscurecen las alternativas. Pero no son conservadores, porque proponen cosas distintas de lo que se hizo, en nombre de otras cosas que son novedosas. Se los señala como conservadores travestidos con piel de progreso, para gritar “piedra libre al chancho burgués”.
    Hagamos de cuenta que no lo dijo Bordieu: ¿sigue siendo cierto? Y si sigue siendo, ¿para que decir que el lo dijo? Esto es una falacia ad verecundiam para atacar a los neoliberales como opuestos a la sana doctrina. No es muy relevante si nuestro amigo Bordieu lo dijo o no, pero la globalización, la flexibilidad y la desregulación son conceptos bastante bien definidos. Quizás a él no le gusten, pero todos entendemos de que se habla al usarlos.
    Sigue nuestro amigo Pierre declarando y se manifiesta contra la creación de riquezas.
    La creación de riquezas es un fin evidentemente humano, al destacarlo el neoliberal sólo se refleja como persona. Ahora viene la distribución: la riqueza para todos se convierte, dice Pierre, en la miseria para casi todos y la ruina del medio ambiente. Eso último es más convincente en el ambiente académico francés que en la china rural, o que en la ciudades pequeñas indias. Intentemos convencer a nuestros compatriotas en cuartel V de Moreno, que la riqueza es una ilusión óptica y que el medio ambiente destruido es el resultado de su búsqueda del mango y ya veremos cuantos votos logramos.
    Los neoliberales no proponen que no se participe en política, proponen que se eche a los políticos.
    Es tristemente cierto que la mayor parte de las personas no participamos activamente en la cosa pública. “yo nunca me meti en política, siempre fui peronista” sigue siendo verdad.
    Los asuntos en cualquier sociedad se vuelven cada vez más complejos, porque aumentan la cantidad de personas que leen y escriben, producen y consumen, y además votan. No es tan raro que descarguemos en especialistas el manejo de la cosa pública, siempre fue así, y ahora un poco más.
    Para aumentar el conocimiento de la cosa pública están este blog, las discusiones de política en el cable, y las charlas en el almuerzo del laburo.

    ResponderBorrar
  3. Forma parte del ethos democrático mencionar a Atenas y su democracia gritona y asambleísta, aunque no creo que nos guste esa sociedad esclavista e imperialista. Está bien que declaremos que los bienes del presente son el fruto de la luchas del pasado. Pero en términos más cotidianos las acciones que adoptamos son frecuentemente las efectivas, nuestro tiempo es finito y evitamos labores de dudosa utilidad. Cuando la participación en una asamblea termina reiteradamente en nada, solo siguen participando los nuevos miembros de la comunidad y unos pocos líderes que han conseguido una posición de liderazgo en ese ámbito. A estos últimos los llamamos políticos.
    Es un tópico declarar la falta de compromiso con las labores de la sociedad de fomento del barrio o que no haya decenas de luchadores sociales en cada manzana.
    O sea, como todos están mirando a Tinelli, o jugando Fortnite, les permitimos a las elites que jueguen en el bosque…¿No es esto un poquito demasiado platónico por no decir, quizás, oligárquico?
    Puedo plantear un relato más convincente: hace mucho tiempo que la sociedad argentina decrece en riqueza per cápita. En esa decadencia se estropean los indicadores sociales, el capital humano y el físico. Nos volvemos pobres, bah.
    Ante ese hecho los neoliberales declaran que las regulaciones del trabajo, las del mercado de capitales, y las del sistema monetario, son una pesada mochila que aplasta a los Atlas.
    Es un relato mitico, çomo el de Castoraidis o el de Bordieu. No digo que sea más convincente, de hecho poca gente conoce a Von Mises y la academia le hace pito catalán. Pero no le podemos echar en cara de que sea un relato con pretensiones de explicación del mundo, ya que todos los relatos son así.
    ¿te imaginás a Homero explicando que Aquiles era en realidad era un putañero que se quedó de juerga mientras Penélope lo esperaba tejiendo?
    La concepción individualista se ve como alternativa mala al hombre social que es bueno. Yo no sé si los políticos son parásitos: son servidores públicos. Y les exigimos resultados, como a cualquier otro servicio. Si percibimos que dan poco y que son caros, los llamamos parásitos, y si podemos, los reemplazamos.
    El individualismo extremo desemboca en la depresión y en otros males como la terapia psicoanalítica (que no te escuche la licenciada con la que te casaste). Pero el colectivismo de la revolución cultural o el socialismo del siglo XXI también les cagó la vida a sus ciudadanos.
    Es habitual la idea de que la acción colectiva coordinada es la manera de ser plenos, pero los Neoliberales declaran muy sueltos de cuerpo que si dejas tranquilos a los tipos estos saldrán solos del agujero.
    Esto es coherente con el diagnostico de base que hacen ellos: el mundo está cambiando de manera acelerada, se está produciendo riqueza de manera exponencial y las personas están cada vez más empoderadas porque la sociedad no es como era ancestralmente. Cualquier llamado a hacer lo que hacíamos en el 1945 o en 1970 es visto con fuerte desconfianza. Vos dirás que aquello nos hizo grandes, y te responderán que ahora es distinto.
    En vista de la anterior, no sorprende mucho que los compañeros del laburo no siempre se emocionen con los llamados a la acción política. Lo que te pasa en el laburo es lógico: evalúan distinto que vos la situación, y no creen que sirva de mucho “la lucha compañeros”. El tonto de Milei te gritaría “marxista”, pero tus amigos tienen más delicadeza y cambian de tema mandado una foto de un gatito o de una mina.
    Aparte, lo estoy leyendo a Gallardo y pinta interesante. Gracias por el aviso.

    ResponderBorrar
  4. Estimado, justamente el "mercado como religión" es lo que hace que muchos "neoliberales" se parezcan a los marxistas vulgares en su dogmatismo. Aparte no son personas demasiado cultas. Por ejemplo vos no debés haber leído a Platón: probablemente leíste a Karl Popper interpretando a Platón. Tampoco entendés a Castoriadis, quien tiene una formación sólida: fue economista, psicoanalista y leyó en profundidad a Marx, a quien critica fuertemente. En cambio los Milei y Fermo son payasos porque no critican sino que desprecian sin haber leído. Creen que Keynes o Marx son lo mismo porque son "colectivistas". Conciben una suerte de "otro generalizado y difuso" tipo "hombre de paja" para quemarlo en un set de televisión. Muy pocas personas se toman en serio a una gansa como Ayn Rand. Tampoco entendiste la concepción de democracia de Castoriadis, ni la noción de autonomía. Tendría que hacer una entrada entera para debatir tus argumentos. Cuando tenga tiempo trato de escribir sintéticamente qué es el neoliberalismo.

    Ayn Rand cree, dogmáticamente, que el mercado es justo y premia a los mejores. Su obra no tiene nada de original ni es académicamente interesante o literariamente nutritiva. Fue un personaje pintoresco que creyó inventar una "filosofía" a la que llamó "objetivismo", que en esencia no era más que una racionalización de la propaganda empresarial contraria el New Deal de Franklin D. Roosevelt. El "objetivismo" no es un sistema filosófico, sino una colección de afirmaciones dogmáticas de una ingenuidad de nene de 5 años.

    ResponderBorrar
  5. El fundamento de Ayn Rand tiene un tufillo moral que le debe algo a Nietzsche pero se nota que no lo leyó bien (algo semejante le pasa a Alejandro Rozitchner). Nietzsche se corta la chota si llega a saber que Ayn Rand expone una moral tan burda. Por algo para Macri "La Rebelión Atlas" (1957) es uno de sus libros de cabecera. Lo podés ver en diálogo con Rozín en "Esta noche libros"https://www.youtube.com/watch?v=69FsgHxKZs0&t=896s. Ahí le recomienda "El Manantial" (1943). En otro momento hago una entrada sobre Macri y Ayn Rand. Gracias igual por comentar pero tengo poca fe en que un neoliberal no sea dogmático. De todos modos espero que puedas enriquecer el debate un poco.

    ResponderBorrar
  6. La base de los argumentos "objetivistas" de Ayn Rand se basan en defender el egoísmo como valor absoluto e INCONDICIONAL, y condenar el altruismo como causa de todos los males; en la práctica, cree que el egoísmo es el motor del mercado y el altruismo aparece en las regulaciones, en la burocracia, en los intentos de redistribución de la riqueza. Fijáte cómo nos va hoy a los argentinos teniendo de presidente a un lector de Ayn Rand. UN DESASTRE.

    ResponderBorrar
  7. Los nenes chiquitos son destructivos, egoístas... por eso los padres los educan y le dicen: "no rompas ese juguete", "convidále tu alfajor a tu compañeritos", y así. La religión dogmática de Rand sería "hacé guita y cagáte en tu compañerito, no seas altruista". No entiende que las virtudes son como el agua: nunca son buenas puras. El agua pura hace daño, mezclada con sales minerales es vital. No se trata ni de subordinar la generosidad, haciendo una suerte "aynrandismo" al revés. Las ideas de Rand son empobrecedoras para el espíritu. Son piolas si sos un adolescente que no sabe bien qué carajo hacer de su vida y le da paja leer y quiere absorber dogmas que le expliquen el universo entero para quedarse tranquilo y dar rienda suelta a su pereza mental.

    ResponderBorrar
  8. El hermano de Bielsa,Rafael Bielsa, dice que Javier Milei es un extraordinario evaluador de riesgo en las inversiones. Un tipo como Milei va bien en ese ámbito, porque es un economista matemático. Ahora si vos lo ponés a debatir historia del pensamiento económico, se nota que desprecia en bloque a autores que no leyó. Habrá leído a Keynes sólo para confirmar sus prejuicios, como hacen todos los dogmáticos. Para leer a un autor complejo primero tenés que dejarte fascinar por su obra, no leerlo con lupa con actitud soberbia para basurear a una mina que te hace una pregunta en una conferencia. Son gente dogmática, soberbia, gritona... básicamente estúpida. De payasos está llena la televisión. Yo quiero enriquecer mi espíritu, y no confundir pensar con reordenar mis propios prejuicios.

    ResponderBorrar
  9. Rodrigo:
    Milei y sus amigos son showmen. En eso estamos de acuerdo. Pero lo que vive el pais como desgracia no es el neoliberalismo, mal que le pese a la progresía.
    Me permití disentir, quizas me excedí y pido disculpas, en la caracterización de los NL como seres malignos que hacés en tu texto. Creo que no son peores que otros dogmáticos de los que abundan, y encuentro mucha logica en sus preposiciones. Logica, pero no verosimilitud, ya que no comparto su fe.
    No te preocupes por la Rand, es irrelevante. Hasta Macri la lee, calculá como será el charco si el gato lo pasa al trote.
    Un abrazo de gol

    ResponderBorrar