domingo, 8 de mayo de 2016

EL EXTRANJERO DE ALBERT CAMUS



“No padeció la cobardía física que suele empujar a los intelectuales al elogio de la violencia e incluso a lo que Chesterton justamente llamó ‘el menos viril de los vicios’: la fascinación por la brutalidad”.


Y más adelante cita una frase que no carece de lucidez: “¿Se podría formar el partido de los que no están seguros de tener razón? Sería el mío”.


By the way: esta entrada del citado diccionario casi no tiene desperdicio. La linkeo para que no crean que rechazo "in toto" la obra de Fernandito, que sigue siendo un tipo muy lúcido -pese a sus pifies groseros- y a quien mayormente leo con placer. 


Retomando, me parece que Camus es un autor que merece largamente ser leído y comentado. Pero hoy no quiero hacer un elogio de su pensamiento ni de su estilo, sino leerlo a la luz de las sugerentes intuiciones del pensador palestino Edward Said.


En El extranjero, Albert Camus narra la historia del protagonista, Mersault, un ser indolente a quien la realidad le parece absurda y carente de sustancia; y de su vecino Salamano.


El autor de Cultura e imperialismo sugiere que hay cierta mirada "colonialista" en Camus: los personajes europeos, por más despreciables que sean, tienen matices; al referirse a "los árabes", en cambio, la visión del autor se vuelve monocorde. Suele referirse a los personajes bajo la etiqueta "los árabes", y los piensa cual si fueran más o menos el mismo cutis con diferente maquillaje.


Cuento brevemente la historia: Salamano es viudo, y vive desde hace ocho años con un sabueso que estaba hecho una piltrafa. Mersault cuenta -la novela está narrada desde la visión del protagonista- que lo tenía desde cachorro, pero como los perros viven menos tiempo, terminaron por envejecer juntos. El animal tenía:

“(…) una enfermedad en la piel, creo que sarna, que le hace perder casi todo el pelo y lo cubre de placas y costras oscuras. A fuerza de vivir con él, solo los dos en una pequeña habitación, el viejo Salamano ha concluido por parecérsele. Tiene costras rojizas en el rostro y pelo amarillo y escaso. A su vez el perro ha tomado del amo una especie de andar encorvado, con el hocico hacia adelante y el cuello extendido. Parecen de la misma raza y, sin embargo, se detestan. Dos veces por día, a las once y a las seis, el viejo lleva el perro a pasear. Desde hace ocho años no han cambiado el itinerario. Puede vérseles a lo largo de la calle de Lyon, el perro tirando del hombre hasta que el viejo Salamano tropieza. Entonces pega al perro y lo insulta. El perro se arrastra de terror y se deja arrastrar. Y el viejo debe tirar de él. Cuando el perro ha olvidado, aplasta de nuevo al amo y de nuevo el amo le pega y lo insulta. Entonces quedan los dos en la acera y se miran, el perro con terror, el hombre con odio. Así todos los días. Cuando el perro quiere orinar, el viejo no le da tiempo y tira; el sabueso siembra tras sí un reguero de gotitas. Si por casualidad el perro hace en la habitación, entonces también le pega. Hace ocho años que ocurre lo mismo”.

El viejo Salamano no había sido feliz con su mujer, pero se acostumbró a su presencia como luego de su muerte se habituó a la presencia del perro. Al final el perro se fugó y el viejo terminó por extrañarlo, aunque todo el tiempo le pegase y lo tratara de "carroña" y "basura". El otro vecino de Mersault era igualmente despreciable: un boxeador proxeneta que le pegaba a su mujer. El Extranjero fue publicada en 1942, época en la que Argelia era colonia francesa, y se desarrolla en su capital, Argel.


Prefiero no contar mucho más, así si les pinta la leen ustedes mismos, y cada quien saca sus propias conclusiones.

¡Sean felices!

4 comentarios:

  1. ¿Y dónde está el mérito literario de ese fragmento de L'Étranger? ¿Cuál oración sería artística y por qué? ¿No es todo previsible y vulgar? Un viejo le pega a un perro y el escritor dice "un viejo le pega a un perro". Eso se me ocurre a mí. Pero tengo la vergüenza de no publicar. En cambio se me caen las lágrimas cada vez que leo la descripción de una mujer amarreta que hace Guy de Maupassant en su cuento Le paraplui:
    "Mme Oreille était économe. Elle savait la valeur d'un sou et possédait un arsenal de principes sévères sur la multiplication de l'argent. Sa bonne, assurément, avait grand mal à faire danser l'anse du panier; et M. Oreille n’obtenait sa monnaie de poche qu’avec une extrême difficulté. Ils étaient à leur aise pourtant, et sans enfants; mais Mme Oreille éprouvait une vraie douleur à voir les pièces blanches sortir de chez elle. C’était comme une déchirure pour son cœur; et, chaque fois qu’il lui avait fallu faire une dépense de quelque importance, bien qu'indispensable, elle dormait fort mal la nuit suivante." Es mas, me recuerda a una tía "que no comía huevo por no tirar la cáscara" al decir de mi abuela, que se puede ver que hablaba con mérito literario.

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  2. Perdón por el olvido: http://short-edition.com/classique/guy-de-maupassant/le-parapluie

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    1. El posteo no alude al "mérito literario" de "El extranjero", sino que complementa el posteo anterior sobre "Cultura e imperialismo" de Edward Said. Es un comentario POLÍTICO, no LITERARIO.

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  3. Aclaro que, desde el punto de vista literario, la objeción que plantea el anónimo -más allá de que venga acá con cierta postura soberbia y tenga más ganas de romperme las guindas que de enriquecer el posteo- es válida. Como diría Oscar Wilde (cito de memoria): "Los libros no son morales o inmorales: están bien o mal escritos, eso es todo". Entiendo que esa es la visión que defiende el amigo anónimo. ¡Sean felices!

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