sábado, 1 de agosto de 2020

EL PINTOR CHINO



Érase una vez un pintor que llegó a viejo, luego de dedicar toda su vida a un único cuadro. Una vez que lo hubo terminado, invitó a los amigos que todavía le quedaban para mostrarles su obra: en ella se veía un parque, y entre los prados un estrecho camino que conducía  a una casa situada en lo alto de la montaña.

Cuando los amigos, listos para dar su opinión, se giraron hacia el pintor, éste ya no estaba junto a ellos. Miraron de nuevo hacia el cuadro: estaba ahí, recorriendo la suave pendiente del camino; abrió la puerta de la casa, se paró un momento, se volvió, sonrió, les dio nuevamente la espalda y cuidadosamente cerró tras de sí la puerta dibujada.

FIN

Este tipo de historias son las que nos provocan la sugestión de la verdad en la vida, como si esa verdad fuera inefable. La inimencia de una revelación que no se produce es, quizá, el hecho estético, dijo un escritor argentino de cuyo nombre todos nos acordamos.

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