Érase una
vez un pintor que llegó a viejo, luego de dedicar toda su vida a un
único cuadro. Una vez que lo hubo terminado, invitó a los amigos que
todavía le quedaban para mostrarles su obra: en ella se veía un parque, y
entre los prados un estrecho camino que conducía a una casa situada en
lo alto de la montaña.
FIN
Este tipo de historias son las que nos provocan la sugestión de la verdad en la vida, como si esa verdad fuera inefable. La inimencia de una revelación que no se produce es, quizá, el hecho estético, dijo un escritor argentino de cuyo nombre todos nos acordamos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario