sábado, 1 de agosto de 2020

MILENA JESENSKÁ HABLA DE KAFKA

Era trece años menor que él, apasionada, inteligente y bastante bonita. Dicen que lo comprendió como no lo había hecho ni lo haría ninguna mujer. Esta semblanza suya sobre Kafka me pareció maravillosa:

"Las cosas son así: en apariencia, todos somos capaces de vivir, porque en algún momento nos refugiamos en la huida, en la ceguera, en el entusiasmo, en el optimismo, en una creencia, en el pesimismo o en cualquier otra cosa. Pero él nunca se ha refugiado en ningún caparazón, en ninguno. Es totalmente incapaz de mentir, igual que es incapaz de emborracharse. No tiene el menor refugio ni techo que lo cobije. Por eso está expuesto a todas las cosas de las que los demás estamos a salvo. Es como alguien que anduviera desnudo entre personas vestidas. Todo lo que dice, lo que es, lo que vive, ni siquiera es verdad. Es un puro existir sin  más, carente de todos los ingredientes que podrían ayudarle a vivir efectivamente la vida, en belleza o en miseria, es igual. Y su ascetismo no tiene nada de heroico… Todo “heroísmo” es mentira y cobardía. No es una persona que se construya su ascetismo como medio para obtener algún fin; es una persona que se ve forzada al ascetismo por su terrible clarividencia, su pureza y su incapacidad de pactar… Sé que no se resiste a la vida, sino solo a esa manera de vivir”.

Y también recuerda la primera vez que se conocieron:

“Conocí su miedo antes de conocerle a él… En los cuatro días que pasó a mi lado, lo perdió. Nos reímos de su miedo… No hacía falta el menor esfuerzo, todo era fácil y claro… Durante esos días, su enfermedad se nos antojó como una especie de leve resfriado”.
Kafka, por su parte, le escribió a  su amigo Max Brod:
"(Milena) es un fuego viviente como no he visto nunca otro... Y al mismo tiempo extremadamente tierna, valiente, inteligente, y lo pone todo en su sacrificio, o, si se quiere, lo consigue todo por el sacrificio".

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