jueves, 3 de noviembre de 2016

UN POEMA DE JUAN RODOLFO WILCOCK

Hace días volví a leer un poema excepcional del escritor argentino Juan Rodolfo Wilcock, titulado Al fuego, que ya desde el comienzo me parece admirable: 

“Fuego, compañero querido de la sombra,/ ardes, te apagas, gracias a mí vuelves a arder./ Desesperado, quemarías el mundo,/ en realidad sólo te devoras a vos mismo”

Está escrito originalmente en italiano, porque Wilcock vivió buena parte de su vida allá. El miércoles 23 de octubre de 1963, comen en casa de Bioy Casares Borges y Livio Bacchi. Ese mismo día leen el manuscrito del poema de Wilcock, y Bioy anota en su diario un comentario de Borges:

“La primera reacción después de leer un poema que a uno le gustó mucho es el proyecto de escribir pronto ese mismo poema”. 

No conozco a casi nadie hoy en día que lea a Wilcock. Tal vez a algunos les suene su apellido porque en su momento tradujo a Kafka para la editorial Losada, si es que la memoria no me falla. Me parece recordar que alguna edición de los "Diarios" de Kafka estaban traducidos por el autor de La sinagoga de los iconoclastas.

Acá tienen algunos cuentos de Wilcock por si les pinta leer. Un tal Pablo Anadón tradujo el poema entero del original italiano, y lo publicó en su blog:


Al fuego

Fuego, querido amigo de la sombra,
mi compañero, que ardes y te apagas
y vuelves a arder gracias a mi mano,
desesperado que consumirías
el mundo y aquí a solas te consumes
a vos mismo, en vos mismo acurrucado
como la pordiosera que en el alba
prende la hoguera de cada jornada
y se da en pasto de su brasa lenta.
Hijo del rayo, ahora hijo del hombre,
gato rojo, hay que darte de comer.
Vuélvete tigre, sal, crece, devora
todo si tanta gana tienes, haznos
ceniza, por su fuego solitario
sea mordido cada cual, y sea
vuelto bello, sea vuelto llamarada,
retorne al gran incendio original.


Al fuoco

Fuoco, compagno, caro amico dell’ombra,
ardi e ti spegni e grazie a me riprendi,
te disperato che bruceresti il mondo
e qui da solo bruci te stesso, in te
raccolto come la derelitta all’alba
quando accende la pira di ogni giorno
e si dà in pasto sulla brace lenta.
Figlio del lampo ora sei figlio dell’uomo,
bisogna alimentarti, gatto rosso.
Diventa tigre, esci, cresci, divora
tutto se hai tanta voglia, facci ceneri,
che ognuno dal suo fuoco solitario
sia morso e fatto bello, fatto fiamma,
si congiunga all’incendio originale.


[De J. Rodolfo Wilcock,
Poesie, Adelphi, Milán, 1980]

No hay comentarios.:

Publicar un comentario