lunes, 25 de agosto de 2014

METER UN BOCADILLO O LA IMPORTANCIA DE LA BELLEZA FÍSICA: FABIÁN CASAS Y ALEJANDRO DOLINA

Tomemos el siguiente diálogo entre Dolina y un oyente, que versa sobre la seducción:

Oyente: "las chicas en las que estoy interesado no me dan ni la hora, y las que no me interesan, sí me dan bolilla. ¿Por qué sucede esto?"


Dolina: "es muy fácil saber porqué. Es algo así como una cadena de prioridades. Por ejemplo los monos. El mono más poderoso elige primero, se establece una jerarquía. Cuando vos tenés un número, por arriba de ese número no te dan bolilla, y los que están abajo están desesperados por vos. La naturaleza, que desea que una especie prospere, infunde deseo: por el más fuerte, por el más lindo, por el más dotado. Entonces, ¿quién es el que primero elige, aquél con quienes todos quieren estar? El más poderoso; en una mujer es lo mismo: la más linda. Y hay una que es la más linda, otra la número dos, la número tres… Los que están en ese lugar, son codiciados por todos, pero a medida que usted desciende en esta lista de prioridades, ya el número 78 no tiene tanta suerte con la número 4. Suponte que este muchacho esté en el número 15: hasta el número 14 no le dan bolilla, del 14 para atrás, que son las que a él le gustan, no le dan bolilla, y las otras sí. Es muy raro que exista un 50 para un 2. Pero hay un engaño en la naturaleza, más allá del dinero: el tipo termina por enamorarse de la número 54, creyendo que es la número uno. Esa resignación cósmica de conformarte con la 54, y al rato no sólo te conformás sino que te gusta y terminás pensando que es la reina del corso, es lo que salva a la especie".


Podríamos decir que los feos siempre envejeceremos mejor que los que han sido muy bellos en su juventud, en el sentido de que nos ahorraremos la nostalgia de haber sido muy deseados. En cierto modo, este argumento guarda relación con lo que dice Louie CK en este video:

Allí, el humorista estadounidense se burla, con su habitual sarcasmo, de la mentira de frases del tipo "siempre hay un roto para un descocido". ¡No! Hay personas que han nacido sin la capacidad de ser deseadas por NADIE. Hay personas que tienen un valor nulo o negativo en el mercado sexual:

"A la gente le gusta decir: 'siempre hay alguien para cada uno'. ¡No! Para nada cierto. Y dejen de decirlo porque es vil para la gente que nunca encuentra a nadie. Hay millones de personas que hemos decidido unánimemente que son horrorosas. Y nadie las besa en los labios siquiera. Nadie les toca sus genitales en toda su vida. Se los lavan ellos mismos y se mueren. Eso es todo. Oh, si se sienten mal, pueden encontrar a uno mañana y cogérselo, y resolver el problema ahí mismo. Con toda esa bondad en sus corazones (...)

Nadie coge hacia abajo. La gente coge hacia arriba o transversalmente. Algunas mujeres lo hacen porque algún tipo las convenció de que cogerían para arriba".


En más de un artículo y/o entrevista, el escritor Fabián Casas rememoró las palabras que Delfor Medina, un amigo del padre que había sido actor, le dijera en su infancia:

“Hace muchos años, él pasó una temporada en la costa con mi familia, de vacaciones. Delfor era un hombre alto y musculoso, tanto que en el ambiente le decían ‘el grandote’. Ese verano –yo tenía doce años- solíamos ir  todos a playas alejadas. Y fue una de esas tardes cuando el grandote se decidió a aleccionarme sobre las mujeres. Me dijo que la pinta era lo de menos, que, textual, ‘si uno tiraba un buen bocadillo caía la Princesa de Mónaco’. Me acuerdo perfecto de esa frase que se volvió como un axioma. Cuando lo vi a mi hermano más chico le conté lo que me había dicho Delfor: que no había que preocuparse por la pinta, que un buen bocadillo podía con todo. Rápidamente entre mis amigos del barrio empezó a circular la buena nueva de ‘el bocadillo de Delfor'. En una escena clave de Belleza Americana, la película de Sam Mendes, un freak que persigue a una chica está mirando un video que él mismo filmó y donde una bolsa de papel poseída por el viento se mueve de un lado a otro y él, en estado hipnótico, le dice a la muchacha lo que realmente ve en esa imagen: la soledad del mundo, la belleza abandonada de la vida, etc., etc., todos bocadillos de Delfor que se clavan en el corazón de la niña quien, impresionada, sólo atina a agarrar la mano del chico que hasta segundos atrás le parecía un pelmazo”.

En rigor de verdad, Casas tergiversa un poco el recuerdo de la escena, como para que se ajuste mejor a su argumentación. Quiero decir, el personaje de Thora Birch ya había mostrado interés en el pibe: le parecía misterioso, seguro de sí mismo... Tan es así que lo termina invitando a que la acompañe a su casa. En otras palabras: el “bocadillo de Delfor” fue una edificación hecha sobre cimientos más o menos sólidos. El pibe la podía arruinar, pero no tenía que remar desde cero.


Hasta aquí, las dos posturas. ¿Cuál es tu opinión, hipócrita lector? ¿Son posturas complementarias? ¿Son posturas contradictorias? ¿Son posturas machistas? ¿Son posturas hijas de la sociedad de consumo? ¿Son posturas realistas? ¿Ambas tienen algo de cierto? ¿La visión de Dolina es una suerte de darwinismo ingenuo mezclado con lecturas trasnochadas de Oscar Wilde? The answer my friend, is blowin in the wind, como la bolsa que baila con las hojas.

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