lunes, 8 de agosto de 2016

NUESTRA MIRADA NO PUEDE DETENERSE A MIRAR FIJAMENTE NI AL SOL NI A LA MUERTE

Nuestra mirada no puede detenerse a mirar fijamente ni al sol ni a la muerte. “Le soleil ni la mort ne se peuvent regarder fixement”, ha dicho La Rochefoucauld. Ergo, necesitamos a la literatura. 

Toda gran literatura es literatura comprometida, en la medida en que no se conforma con ser mero adorno o entretenimiento sino que cambia la percepción del lector. La novela descubre el arraigo del hombre en la historia (Balzac); la intervención de lo irracional en las decisiones y comportamientos humanos (Tolstoi); la memoria involuntaria y lo inalcanzable del pasado (Proust), lo inasible del presente (Joyce)… 

Milan Kundera recuerda que Hermann Broch dice que descubrir lo que sólo una novela puede descubrir es su única razón de ser: 

“La novela que no descubre una parte hasta entonces desconocida de la existencia es inmoral”. 

Ok, nos puede parecer una exageración lo dicho por Broch, pero algo de eso hay. El espíritu de la novela es el espíritu de la complejidad: le dice al lector que la realidad es más compleja de lo que se cree: 

“La novela (como toda la cultura) se encuentra cada vez más en manos de los medios de comunicación; éstos, en tanto que agentes de la unificación de la historia planetaria, amplían y canalizan el proceso de reducción; distribuyen en el mundo entero las mismas simplificaciones y clichés que pueden ser aceptados por la mayoría, por todos, por la humanidad entera. Y poco importa que en sus diferentes órganos se manifiesten los diversos intereses políticos. Detrás de esta diferencia reina un espíritu común. Basta con hojear los semanarios políticos norteamericanos o europeos, tanto los de la izquierda como los de la derecha, del Time al Spiegel; todos tienen la misma visión de la vida que se refleja en el mismo orden según el cual se compone su sumario, en las mismas secciones, en las mismas formas periodísticas, en el mismo vocabulario y el mismo estilo, en los mismos gustos artísticos y en la misma jerarquía delo que consideran importante y lo que juzgan insignificante”, dijo Kundera en El arte de la novela.

Toda obra de arte auténtica es, en cierto modo, una apuesta por la inmortalidad, por la trascendencia: "le dur désir de durer" -el duro deseo de durar- al que se refería Paul Eluard.

El hombre es el único animal que realiza creaciones estéticas porque es el único que sabe su muerte. La medicina, el derecho, las ciencias, la filosofía, el arte, en cierto modo se originan en nuestro afán por negar la muerte. La muerte es silencio absoluto, por eso me gusta comunicarme; la muerte es pobreza, por eso aspiro a ganar dinero; la muerte es pérdida del recuerdo, de ahí viene la valoración de la memoria; la muerte es insensibilidad, y por eso yo quiero sentir. Y ahora quiero citar algo que ha dicho Steiner en Presencias reales:

"El genio de la época es el periodismo. El periodismo llena cada grieta y cada fisura de nuestra conciencia. Y es que la prensa y los medios de comunicación son mucho más que un instrumento técnico y una empresa comercial. La fenomenología basal de lo periodístico es, en cierto sentido, metafísica. Articula una epistemología y una ética de una temporalidad espuria. La presentación periodística genera una temporalidad de una instantaneidad igualadora. todas las cosas tienen más o menos la misma importancia; todas son sólo diarias. En correspondencia con ello, el contenido, la posible importancia del material que comunica el periodismo se 'saldan' al día siguiente. La visión periodística saca punta a cada acontecimiento, cada configuración individual y social para producir el máximo impacto; pero lo hace de manera uniforme. La enormidad política y el circo, los saltos de la ciencia y los del atleta, el apocalipsis y la indigestión, reciben el mismo tratamiento. Paradójicamente, este tono único de urgencia gráfica resulta anestesiante. La belleza o el terror supremos son desmenuzados al final del día. Nos reponemos y, expectantes, aguardamos la edición de mañana".

Otra cita que alude a la “sociedad del espectáculo”:

“Estamos en la época de la cultura del espectáculo. Lo que está cambiando es que ahora todo el mundo quiere ser protagonista, todos quieren mostrar lo que saben hacer, y de paso tener éxito. Ahí están MySpace o YouTube: todos quieren expresarse, todos son artistas. Con lo que hay un nuevo problema: ¿quién es el espectador? Guy Debord, el analista más lúcido de la cultura del espectáculo, se suicidó. El último espectador atento se suicidó. Así que hablamos, pero no sabemos quién está escuchando, escribimos y no sabemos si hay alguien que lee. Para que haya espectáculo tiene que haber espectadores. Así que todos esos afanes de proyectarse, de crear espectáculo, se sostienen en una hipótesis imaginaria: que hay alguien ahí”. (Boris Groys) 

De estas cosas dispersas quería charlar hoy conmigo mismo, como hace uno siempre en las redes sociales. Otro monólogo público.

5 comentarios:

  1. Creo que es peor, gritamos en nuestra oreja pero el sordo que vive en el fondo del oído no escucha.

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  2. "el dur désir de durer" -> LE dur désir de durer.

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  3. "El hombre es el único animal que realiza creaciones estéticas porque es el único que sabe su muerte." -> Teníamos un profesor de electrotécnia que nos decía que para analizar si un circuito era viable lo primero era llevarlo al absurdo. Imaginar que sucedería si las resistencias, capacitancias, inductancias, etc. tendieran a cero y/o a infinito. No se los demás pero yo apliqué rápidamente el consejo a las otras materias de ingeniería y a cualquier tipo de razonamiento. Así que acá va: ¿qué sería del arte si se descubriera el elixir de la eterna juventud? ¿se clausuraría? ¿los artistas abandonarían sus obras a medio terminar para dedicarse a otra cosa? No tiene sentido. Y así sabemos que la hipótesis tampoco.

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    1. Serían MORTALES que alcanzaron "el elixir de la eterna juventud". Tu hipótesis no prueba un carajo. Los seres inmortales, omnipotentes, no necesitan del arte, que nace de la carencia.

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    2. ¿Y cómo probar la eficacia de un elixir eterno? Podría durar 200 años, o 300, o 150. El recuerdo de haber sido mortales permanecería. ¿Y quiénes tendrían acceso al elixir? ¿Tu profe de electrotécnica? Interesante planteo. Podrías escribir un libro, yo lo compraría ya mismo (?)

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