lunes, 6 de abril de 2020

DIGRESIONES EN DÍAS DE CUARENTENA: DONDE EL AUTOR DEL BLOG BANCA LA VALENTÍA DE SOFÍA GALA E INTENTA PENSAR CONTRA CIERTA CONCEPCIÓN POLICÍACA

El poder no está estancado fijamente en los cuerpos: no por el hecho de tener un físico grandote y musculado, un patovica es un abusador. No por el hecho de ser hombre, alguien es un violador en potencia. Hay mujeres que tienen poder y abusan de su poder, hombres que tienen poder y abusan de su poder, y mujeres y hombres que teniendo poder se abstienen de abusar del mismo.

El poder circula, y más que detentarse, se ejerce. No es lo mismo abusar del poder que ejercerlo. Tengo para mí que TODO AQUÉL/AQUELLA QUE TIENE PODER, LO EJERCE, porque el poder no tolera el vacío: el futbolista que juega muy bien no intenta jugar como si fuera malísimo, la mujer hermosa que le guiña el ojo a un barman para obtener un trago gratis usa su poder seductor en beneficio propio, el niño que extorsiona tiernamente a la madre para que le compre galletitas sonriéndole afectuosamente quiere influir sobre su voluntad, y así siguiendo. Y no hace falta ser una eminencia en medicina para ejercer poder sobre un paciente. Nietzsche nos enseñó muy bien que  el poder también se ejerce desde la debilidad: por caso, una madre o un padre enfermo pueden abusar de la hija o del hijo que los cuidan a través de la culpa, y volverles la existencia algo insufrible.


Muchas de las conquistas del movimiento feminista me parecen una excelente noticia. No he leído mucha bibliografía feminista –aunque espero hacerlo en el futuro- ni me siento en condiciones de darle lecciones a nadie. Simplemente ejerzo mi derecho a opinar y a pensar con quienes quieran leerme para ayudarme a desmontar o mejorar mis argumentos.

¿Quiénes pueden estar a favor de un femicidio o una violación? Se trata de crímenes atroces. ¡Sólo los muy perversos pueden apoyar algo así! Lo que intento en este posteo es separar la paja del trigo, porque hacer del debate un manto nocturno donde todas las vacas son pardas nos impide pensar. Para actuar adecuadamente no es suficiente con pensar adecuadamente, pero no se puede actuar bien sin pensar bien.

Creo que hombres y mujeres somos  distintos - los hombres solemos ser más fuertes, las mujeres son capaces de llevar una vida en su vientre, etc.-; pero debemos tener los mismos derechos, y apuntar como horizonte aspiracional a la construcción de una sociedad en la cual todxs seamos iguales ante la ley. Sin embargo, a esta altura o yo no entiendo demasiado o predomina cierta tergiversación de un axioma que se presenta como incuestionable: “todo es cultural” o “todo es construido”.

A mí, por ejemplo, me gusta jugar al fútbol mixto con mis amigas, pero cuando disputo una pelota no pongo la pierna fuerte como lo haría con un varón. ¡Porque somos distintos Judith Butler, la concha de la lora! Estoy seguro que no entiendo a Butler, y capaz si la leyera en profundidad la adoraría o no sé, pero simplemente hablo desde mi experiencia personal. También es verdad que he jugado con chicas que se dedican al fútbol profesional, y que al trabar lo hacen igual que un hombre, porque están física y técnicamente entrenadas. No niego que existan influencias culturales. Simplemente digo, ¡somos distintos Judith Butler, la concha de la lora!

Un tenista profesional entre los primeros 100 puestos del ránking derrotaría probablemente a cualquier mujer que fuera número uno del tenis profesional femenino. ¡Porque somos distintos!

Sin embargo, la idea no es “esencializar” el concepto de hombre y mujer. Si una mujer que está en pareja decide no tener hijos, ¡genial! Si una mujer que está en pareja decide tener hijos pero no laburar porque su marido cobra un buen sueldo y asume el rol de ser la que le dedica más tiempo a las tareas del hogar, ¡genial! Si es el hombre el que lava los platos y la mujer la que trae el sueldo a casa, ¡genial! Si laburan ambos y se reparten las tareas, ¡genial! Y así siguiendo. No me gusta ser policía de la vida de nadie: si una amiga mía elige ser “Susanita”, pues bien; si quiere ser “Mafalda”, ¡adelante con los faroles! Y está claro que la situación es distinta si se trata de una mujer que vive en la miseria, porque ahí el margen de elección se acota muchísimo. De todos modos no quiero entrar en la discusión sobre el “trabajo en el hogar no remunerado” y otras cuestiones de economía política en relación al movimiento feminista, porque dan para un libro aparte y escapan al espíritu del posteo de hoy.


Retomando, para mí está muy claro que –y soy consciente de que para muchos psicópatas esto no es así- si una mujer se muestra interesada en vos y viene a tu departamento, se debe respetar su decisión SIEMPRE. Si ambos nos besamos apasionadamente, terminamos desnudos y en determinado momento la mina se arrepiente, yo no tengo derecho a avanzar.

Ahora bien, en lo personal no puedo menos que adherir a las palabras de Alexandra Kohan cuando dice:

“Está en crisis el juego de seducción. ¿Cómo hacemos para seducir si no puedo mirar fijamente a alguien en una fiesta porque es acoso? Mil veces alguien intenta darte un beso y decís que no y está todo bien. Ahora si te agarra es otra cosa. No existe el consenso a priori. ¿Cómo se va a consensuar antes si voy a querer? Son garantías para lo que no tiene garantías. Empezamos, apretamos y después no me gustó porque tiene mal aliento, la piel, lo que sea. El abuso es otra cosa. Acostarse con un boludo no es violencia. La violencia es violencia. Si no, se banaliza y como todo es violencia, nada es violencia. Eso no es una frase hecha. Es así. Cuando veo que le dicen psicópata a todos, después aparece el psicópata de verdad y se enganchan, obvio. Porque el psicópata te envuelve”.

Llegados a este punto, me permito incorporar al posteo fragmentos no de Judith Butler o Simone de Beauvoir sino de Sofía Gala, quien en el transcurso de en una entrevista que le hicieron hace un tiempo en Clarín dijo algo que me pareció muy sabio:

“Todo lo que se pone extremo se vuelve facho. Pero también creo que hay un movimiento muy grande sobre muchas cosas que por muchos años fueron injustas, como la identidad, el género, la sexualidad, la mujer, y para que haya cambios hay que ponerse un poco extremo. Después encontraremos el equilibrio”.


En lo personal me parecen peligrosos ciertos discursos que suponen que toda diferencia de edad es abuso de poder. ¿Quién se arroga para sí la autoridad de decidir con quién se tiene que acostar una persona que es mayor de edad? Si un profesor sale con una estudiante mayor de edad una vez terminada la cursada, ¿qué tiene de malo? El problema es si usa ese poder para obtener un beneficio sexual: “si no te acostás conmigo no vas a aprobar la materia”. ¿Qué problema hay si una profesora de filosofía, como es el caso de Esther Díaz, confiesa que no le calientan los hombres de su edad sino que los prefiere más pendejos? ¿Acaso ella no tiene derecho a cojer con quien quiera y pueda porque tiene 79 años? Nadie ignora que a medida que crecemos las oportunidades de tener sexo disminuyen, ¡pero eso no significa que los demás tengan que andar fisgoneando con quién o quiénes nos acostamos! ¡No infantilicen la sexualidad ajena, mojigatos de mierda! Y si alguien tiene ganas de meditar o vivir una vida ascética, ¡pues que lo haga!

Se puede ser maduro a los 20 años y un idiota a los 40. La edad,a priori, no lo dice todo. Tampoco la vejez trae necesariamente sabiduría. La edad es un condicionamiento más, entre tantos otros. No podemos prescribir un manual de comportamiento para las relaciones sexoafectivas: hay que ver cada situación en particular. Tampoco somos parejamente maduros en todas las dimensiones de la existencia: Sofía Gala a sus veinte años tenía mucha mayor experiencia sexual que Borges a sus 50.


La discusión de si está bien o está mal que Gastón Pauls tenga una novia mucho menor no me parece un debate moral sino moralina berreta. Es puritano y represivo andarse metiendo en los cuerpos ajenos toda vez que se trata de una relación consentida entre dos mayores de edad.

Me rompen las pelotas los “policías de los cuerpos ajenos”. No me van las personas que intentan prescribirle las conductas sexuales al resto:

“Si yo elijo, teniendo en cuenta que nadie elige libremente, tener una pareja monogámica porque estoy enamorada y no tengo ganas de coger con nadie más, y la persona con la que estoy, tampoco, ¿por qué estoy más “alienada” que el que dice que hay que coger con ocho? Que “la monogamia no va, que aguante el poliamor”. ¿Por qué yo estoy más alienada si esa persona eligió tan poco libremente como yo? El problema es el cuco: la monogamia es un cuco y, al parecer, el poliamor es la salida de esa opresión”. (Alexandra Kohan dixit)

Era todo lo que tenía ganas de decir hoy. La idea era completar un poco algunas cosas que dijimos acá y acá.

¡Cuídense mucho y traten de ser felices!

Los quiere,

Rodrigo

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