Todo lo realmente importante ha sido dicho muchas veces, pero como casi nadie escucha, hay que volverlo a decir.
El Covid-19 me demuestra, por si
hiciera falta, que no importa tanto la guita o las posesiones personales cuanto
los amigos, la familia, las personas que nos han querido y/o que han ayudado a que sintamos la alegría auténtica de estar vivos.
Está
bien, entiendo y es evidente que sin posesiones materiales mínimas –tener
comida y techo, algo que muchos no tienen- no podemos disfrutar plenamente del
afecto de nuestros semejantes. Creo que ustedes, clasemedieros burgueses como
yo, comprenden a qué me refiero.
El
eximio politólogo italiano Norberto Bobbio (1909-2004) confesaba, en su última
entrevista antes de morir: “Nací como
aquel que llegué a ser, o sea, como Norberto Bobbio. Quiero decir que aquello
que cuenta en la vida son sobre todo las relaciones humanas que has tenido con
los otros. (…) Es la única cosa que cuenta al final”.
Les
recuerdo que Bobbio fue un pensador que vivió los acontecimientos centrales de
la historia de Europa en el pasado siglo: desde la Primera y la Segunda Guerra
Mundial hasta la caída del Muro de Berlín en 1989. El amigo Norberto
participó de la resistencia antifascista en Italia, protagonizó múltiples
debates, fue Senador, dio clases durante años y escribió decenas de libros y
cientos de artículos académicos. Según su opinión, a la edad de la senectud,
todo eso “no cuenta absolutamente para nada”.
Al
hacer el balance de lo que estuvo bien y lo que estuvo mal, Bobbio nos recuerda:
“Lo
que cuenta son las relaciones con los otros: cuántas personas amaste, cuántas
personas te han amado, cuántas personas te han educado, fueron cercanas a vos,
estuvieron a tu lado.
Cuenta
más un acto de amor con la esposa, con los hijos, los nietos, con un estudiante
que te viene a visitar después de muchos años y te dice: ‘¿se acuerda profesor,
cuando en clase decía tales y cuales cosas?’. Eso cuenta. Cuentan las buenas
relaciones, las buenas relaciones que tuviste con los otros”.
He
leído muchos libros de Bobbio, incluso alguna vez saqué de la biblioteca de mi
universidad –mi querida Universidad Nacional de Quilmes- su autobiografía, de
cuya lectura no puedo acordarme.
¡Qué
viejito hermoso! Y pensar que ahora su tierra está pasando momentos tan
difíciles, al igual que el mundo.
¡Desde acá te abrazamos, querido viejito sabio!
Abrazo grande.
Los quiere,
Rodrigo
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